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Le llaman Bodhi: La Tormenta de los 50 años que no fue en Bells Beach

- noviembre 17, 2024 - 2 Comentarios

Ending Scene (Keanu Reeves & Patrick Swayze) - Point Break (1991) || Here Be

Todo se mueve en círculos y el océano nos muestra lo pequeños que realmente somos dos veces cada siglo. La tormenta saldrá de la Antártica, rasgando el Pacífico, y enviará una fuerte marejada 2.000 millas hacia el norte. Y cuando alcance Bells Beach habrá las olas más grandes que haya visto este planeta. Y yo estaré allí.”

Esta es una de las últimas secuencias de Le llaman Bodhi, cuando Johnny Utah (Keanu Reeves) después de perseguir a Bodhi(Patrick Swayze) por todo el planeta le detiene en Bells Beach pero le permite entrar al agua para surfear la mayor marejada de los últimos 50 años.

Cannon Beach Oregon bells beach point break

Lo curioso de esto es que en la realidad la secuencia no se filmó en un lugar tan exótico como esta playa australiana si no en Cannon Beach, Oregón, lugar dónde seis años antes se grabó "Los Goonies", una de las películas que más éxito tuvo en la década de los ochenta.

¿Pero entonces, esa enorme ola fue filmada en Oregón? Pues no. Esta es la mágia del cine, que se puede cortar y pegar a placer para generar la ilusión. En Oregón solo se filmó las escenas de la orilla, la escena en el que Bodhi es engullido por una enorme tuvo lugar en Waimea Bay.

Darrick Doerner, surfista de olas grandes, se tiró a propósito en una ola de casi siete metros en Waimea tan solo para que la película tuviera el final que merecía.

¿Curioso, no?

bodhi

Cómo elegir el invento para tu tabla de surf

- noviembre 04, 2024 - 27 Comentarios
como elegir invento surf leash
Uno de los accesorios más importantes en el surfing es el invento o leash, pero también es uno de los más olvidados. Es importante saber qué invento usar dependiendo de la tabla de surf que uses, y el tamaño de las olas y del mar.

Pequeños gazapos surfísticos

- julio 20, 2024 - 2 Comentarios
Pequeños gazapos surfísticos

El surfing es un deporte sencillo. Tan solo necesitas tu tabla, tu traje, y el mar. Parece entonces imposible que algo pueda fallar en el proceso que va desde tu casa hasta el agua. Error.

Second Thoughts, una de las mejores películas de surf

- abril 12, 2024 - 1 Comentario
Second Thoughts Complete Movie
Second Thoughts es un viaje de tres surfers Timmy Turner, Brett Swartz y Travis Potter a una isla deshabitada de Indonesia en busca de olas. El objetivo era poder realizar un gran surfari de surf pero sin pagar los más de 2.000 dólares que cuesta pasar 10 días alli.

En vez de pasar ese tiempo en un barco, pagaron 50 dólares a unos pescadores locales para que les llevaran a esta isla de Sumatra. Allí pasaron 20 días viviendo a miles de kilómetros de la civilización experimentando la belleza y los peligros de un lugar completamente fuera del alcance de la mano del hombre. Tres tíos buscándose la vida para surfear.

Incluye imágenes acuáticas subjetivas de las olas desde cámaras situadas en la tabla y en el casco del surfer, algo totalmente novedoso hace 10 años.

Una de mis películas de surf preferidas.

The Ductumentary entera - Joel Tudor

- abril 12, 2024 - Comenta
The Ductumentary
Si eres tablonero o te gusta el long, esta es tu película. Hoy tenemos la oportunidad de ver enterita The Ductumentary, un repaso personal de Joel Tudor por el longboarding del pasado, presente y futuro. Joel Tudor, Alex Knost, Tyler Warren, Ryan Burch, Jared Mell y muchos más en una cinta dirigida por Graham Nash y Reagan Ritchie.




La película está dividida en tres partes: Humble Beginnings, New Direction, A Stage for the Next Generation.

Música: Tomorrows Tulips, Matt McCluer, Skalpel, Blank Tapes, Japenese Motors, Nolan Hall, and Radar Eyes

Ductumentary Poster final_1

Laird Hamilton: La ola del milenio

- abril 05, 2024 - Comenta

Laird Tahiti 2000 05 foto Sean Davey

Un 17 de agosto del año 2000, hace casi 22 años, Laird Hamilton consiguió surfear en Teahupoo una de las olas más grandes hasta la fecha. La llamaron "La ola del milenio".

Paladeando El Gran Miércoles

- febrero 23, 2024 - 3 Comentarios

big wednesday movie 02

Hay algunas películas con las que, por alguna extraña razón, no las disfrutas realmente la primera vez que las ves, no llegas a profundizar. Al igual que un buen vino, con el primer trago no puedes disfrutar de todos los matices, de su aroma, y tienes que paladearlo más veces para extraer todo su sabor.



Eso me pasa con "El Gran Miércoles". Cada vez que la veo voy sacando algún detalle que se me ha escapado la anterior vez. Quién no recuerda la voz en off de Matt Johnson describiendo un amanecer, o la siguiente estación del año. John Milius y Dennis Aaberg, director y guionista, surfistas los dos, crearon el guión a la vez que escribían el libro, que por cierto me compré la semana pasada, y quizá por ello tiene momentos tan narrativos. Si a eso le sumamos la maravillosa banda sonora de Basil Poledouris queda una gran película.

Cierto que hay veces que cae en los tópicos, y que hay algunos actores que flojean un poco, pero la película tiene algunas auténticas joyas que hacen que te olvides de lo anterior.



Os dejo a continuación algunas de ellas y parte del primer capítulo del libro.


Recuerdo aquel viento de nuestra infancia, un viento que soplaba por el desfiladero, un viento caliente llamado Santana que traía el olor de lugares cálidos.

Soplaba con mayor fuerza antes del amanecer a través del promontorio.

Mis amigos y yo solíamos dormir en los coches, y el olor de la brisa del mar nos despertaba. Todas las mañanas presentíamos que aquel sería el gran día.

Sobre todo recuerdo a mis mejores amigos, Matt y Leroy. Estábamos en nuestro mejor momento, éramos los grandes, los reyes, nuestra realeza particular, aquel era nuestro reino y esta nuestra historia.”


En aquellas mañanas cristalinas, ya cansados de hacer surf, nos íbamos a la tienda de Bear en el viejo embarcadero. Bear reparaba nuestras tablas y nos contaba historias. El sabía de donde venían las olas y por qué. Al igual que los surfers que nos precedieron, Bear lo era todo para nosotros.”

"De todas formas siempre estás solo. Esa es la prueba del surfer, hacerlo solo, acostumbrarse a no depender de nadie."

"Empieza a pensar que alguna vez tendrás que empezar a ganarte la vida decentemente. Busca trabajo y hazte hombre de una vez. Hazte una persona respetable.

¿Para qué? Es un surfer respetable.

¡Carai, Eso no es un deporte, es una epidemia!"

Todos los veranos de todos los años pasaban, apenas son humo en mi recuerdo. El otoño caía y se precipitaba el invierno. El agua estaba fría, era la época de las olas del Oeste. Un embravecimiento del mar que señalaba un cambio y que yo generalmente afrontaba solo.

"... los amigos son para cuando no tienes razón. Cuando la tienes, no necesitas nada."

"me aficione al surf porque era muy bonito salir con los amigos. Ya no me queda ni eso."

"Las olas del Norte eran frías, solitarias y peligrosas. Una fuerte marejada lleno de poder que bajaba por la costa durante el invierno. Solíamos hacer novillos e ir a ver como rompían las olas. Soplaba una brisa suave de la costa en los tibios atardeceres de la marea baja. Recuerdo las rocas y el agua cristalina. Pero todo aquello quedo atrás, y no es que cambiaran las rocas, ni la playa, ni las olas, cambio la gente. Unos se casaron, otros se fueron a vivir al interior, otros buscaron emociones nuevas, otros murieron."

¿Has hecho mucho surf Matt? No... Solo cuando era necesario.

"Quien sabe de donde viene el viento, ¿será que sopla Dios?. ¿Y quién forma las nubes? ¿Cómo se embravece el mar? ¿Y para qué? Sólo sé que había llegado la hora que tanto habíamos esperado."

Llegará un día como ningún otro; un día con unas olas tan grandes, un espectáculo de la naturaleza tan grandioso, que borrará todo lo anterior. Y ya nada volverá a ser lo mismo.



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BIG WEDNESDAY Movie Trailer 1978 Surfing


El Gran Miércoles - El Libro (Ediciones Pamies)


VERANO 1961

El mar del pasado era como una hermosa mujer sin escrúpulos.

Los hombres fuertes con corazón de niño le eran fieles, se

encontraban satisfechos viviendo por su gracia o muriendo por

su voluntad

Joseph Conrad

Cuando las tablas estaban hechas de madera y los hombres de hierro

Un viejo surfista

MAREJADA SUR

Recuerdo un viento que soplaba a través de los cañones antes del amanecer. Era un viento caliente pero suave, y llevaba el aroma de los lugares cálidos. Soplaba desde las escarpadas colinas cubiertas de encinas y arbustos hasta las viejas cabañas de madera que se alineaban en la playa. Cuando más fuerte soplaba era antes del amanecer en The Point, donde hacía apresurarse a olas invisibles, las hundía y les echaba sus crestas hacia atrás como si fueran grandes plumas blancas. Mis amigos y yo solíamos dormir en nuestros coches, aparcados a lo largo de la autopista del Pacífico.

Y el aroma del viento de tierra nos despertaba y cada día sabíamos que sería una mañana especial, un día especial. Me acuerdo del viento que hacía revolotear los papeles por la arena en penumbra y de las luces de la ciudad brillando en la distancia. Miles de gaviotas volaban en círculos en el cielo color púrpura. El mar todavía estaba oscuro por el oeste. Recuerdo el sonido de las olas que golpeaban la orilla.

Con los primeros rayos del amanecer, nos arrastrábamos fuera de nuestros sacos de dormir y mirábamos las olas matutinas por las ventanillas del coche. Nunca las olvidaré. Se extendían por la cala convirtiéndose en paredes verde esmeralda, con la brisa costera rasgando sus flequillos. Sacábamos nuestras largas tablas de surf por la ventanilla trasera rota de algún viejo Chevy, aplicábamos cera en el puente y temblábamos poniéndonos nuestros fríos y húmedos bañadores, sin darle ninguna importancia. Agarrábamos las tablas, nos colábamos por la gran puerta de la vieja pared de la mansión Whitney y aullábamos mientras desaparecíamos en el océano. Entonces éramos jóvenes y despreocupados. Era verano y el momento de la marejada sur.

Esta era fuerte, y el agua cálida. No nos importaba nada más. Decían que nos habíamos vuelto locos por la insolación, que éramos mendigos de playa que no servían para nada. No entendían nuestra obsesión. Nuestros padres decían que se nos había derretido el cerebro, que nos pasábamos el día en la playa para no tener que ir a trabajar. Pero se equivocaban. Lo que nos empujaba hacia el surf era la llamada del oeste en nuestra sangre.

No teníamos otra elección. Lanzarse al oeste era lo que los americanos hacían. Siempre iban hacia el oeste en busca de la aventura. Nuestras familias procedían del interior. Del este, del centro, algunas del sur e incluso de Canadá. Venían de las montañas y de las llanuras onduladas, de las planicies donde el viento traía aguanieve y polvo. Estaban cansados de sus trabajos, del tiempo, de la tierra y de la gente. Pero tenían a dónde escapar. Era su derecho, su herencia: eran americanos y estos siempre habían viajado hacia el oeste cuando las cosas se torcían. Hacia el oeste, hacia donde el sol se oculta y los hombres tienen la oportunidad de volver a empezar.

Así que vinieron a California porque no había nada más en medio y porque ésta siempre había sido una promesa de oro de una clase u otra. Habían oído hablar de las palmeras, de los campos de fruta siempre madura y de que nunca hacía frío en invierno. Y había trabajo. Muchos puestos de trabajo. ¡Oportunidades! Las empresas aeronáuticas necesitaban cada vez más personal y los bienes inmuebles estaban creando fortunas. ¡El dinero corría a raudales!

Se hacinaron en la costa de Santa Mónica, volvieron sobresus pasos hacia el grandioso valle de San Fernando y se desparramaron por el sur, hacia Long Beach. Construyeron “cientos de ciudades y miles de pueblos”. Les pusieron nombres como Tarzana, Pacoima, Norwalk, Anaheim, Ciudad de la Industria, Bellflower, Burbank, San Gabriel, Torrance, Pacific Palisades y Malibú.

Cuando acabaron de construir, fueron al mar para descubrir a qué habían venido y eso les inquietó. Por primera vez en su vida, estaban atrapados. Todavía podían ver ponerse el sol, rojo y cálido, dorado en el centro, pero había un océano de por medio. No había más sitios a los que ir. Habían llegado al final del continente que les habían hecho creer que era interminable. En la tierra ya no había nada nuevo. Los búfalos habían muerto, los indios estaban en las reservas y el oro de los ríos se había agotado. Hacía por lo menos cincuenta años que todo había terminado. Se lo habían llevado otros. Pero el país era rico y opulento. Había trabajo y oportunidades, cada vez más oportunidades. La vida era agradable en esos años y la gente trabajaba cuando quería y compraba televisores, coches, máquinas de cortar el césped y tenía hijos. Y la llamada del oeste les abandonó y se marchitó en los jardines donde crecía el césped. Si les preocupaba haber perdido la oportunidad de encontrar algo mejor, ya no les importaba. Fueron sus hijos los que se empezaron a sentir descontentos. Fuimos nosotros los que nos impacientamos. Nuestros padres eran demasiado viejos para recordar cómo se sintieron ellos en un momento dado, así que les parecía que nosotros éramos unos rebeldes y unas ovejas negras. Éramos fuertes, robustos, y la mayoría teníamos el pelo rubio y largas extremidades. Los fines de semana nos llevaban a la playa y nos quedábamos en la orilla mirando cómo el Pacífico se extendía ante nuestros ojos. El “corazón de las mareas de la tierra”. Ellos eran incapaces de entender nuestras miradas y por qué parecíamos tan inquietos. Decían: —¿A que es fabuloso?

Y nosotros nos limitábamos a mirar con fascinación las olas.

—¿Qué hay allí? —solíamos preguntar. Y ellos respondían que había tiburones. Blancos y makos, tigres y martillos. También había medusas gigantes y las llamadas “carabelas portuguesas”, cuya picadura podía llegar a matarte. Nos decían que el océano no era un lugar en el que se pudiera estar por mucho tiempo, pues no era seguro. Ir a pescar de vez en cuando estaba bien, siempre que te quedaras dentro de la barca. Y tampoco vayas muy lejos, ¡las olas son peligrosas! Nosotros contemplábamos la puesta de sol una y otra vez, y pensábamos en lo que habría allí dentro. La llamada del oeste se hizo cada vez más fuerte en nuestro interior y pensábamos en los lugares que había más allá: Oahu, Maui, Bora Bora, Atuana, Morea y Nueva Guinea. No podíamos dejar de pensar en nombres como Singapur, Nueva Zelanda y Australia y cuando volvíamos a la realidad, sentíamos la fuerza de esos lugares como un latido en las mareas, a través de la sangre que corría por las venas del gran Pacífico. En las olas. Estaba en las olas. A menudo, amenazaban a la misma tierra y eran más terribles que los tiburones. Latían y rugían y a veces desaparecían por completo. La oportunidad de hacer algo todavía existía en las olas. La violencia y la grandeza se encontraban a cuarenta o cincuenta metros hacia el oeste. Una fuerza inimaginable. Estaba en las olas. No teníamos elección. ¡Al mar con las tablas de surf! Así que buscamos por la costa y encontramos The Point, una playa salvaje en la que podíamos hacer lo que nos diera la gana. Recuerdo los fondos de algas oscuras, las rocas desfilando rápidamente bajo mis pies y los rizos blancos cerniéndose sobre mi cabeza. Los surfistas pasaban saludando con sus tablas multicolores contra el mar verde; la ola, las rocas, la costa, el cielo...

Todo parecía eterno y a la vez se esfumaba en un instante. Lo que mejor recuerdo son los tres amigos: Jack, Matt, Leroy. Ante todo era su historia, su lugar, su momento. Entonces ellos eran los Grandes, los Reyes, nuestras propias majestades. Y fue su último gran verano...

El saco de los buenos baños

- febrero 03, 2024 - 2 Comentarios
Banzai pipeline
La mayor parte de los baños que nos damos se olvidan tan pronto como salimos del agua. Quizá si hemos conseguido coger alguna ola buena puede que el recuerdo perdure en nuestra retina durante unos días, o incluso una semana, pero más allá solo hay oscuridad.

Pero luego, hay otros, no pasa frecuentemente, que los planetas se alinean, y los santos y las vírgenes interceden por ti, para que te el baño sea épico. Ya sabes, de esos que sales con una sonrisa de oreja a oreja que te dura días, o incluso semanas.

Son esos baños los que se meten en el saco de los recuerdos y ya nunca se pierden. Se sacan cuando no puedes conciliar el sueño, cuando estás en el curro puteado, y piensas: "ojalá estuviera en tal sitio como aquel día que me pegué un bañazo". También se sacan cuando vas de marcha con tus amigos, que aunque no se metieran al agua ese día contigo se saben al dedillo la altura, el periodo, y la forma de las olas, la maniobra que hiciste, la tabla que llevabas, e incluso el color del invento.




Así, a bote pronto, sin pensarlo demasiado, en mi saco de los recuerdos aparece un baño en Sopelana hace ya unos años en el que pillamos las mejores olas que hayan podido romper. Estuvimos solos durante más de dos tres pillando una ola detrás de la otra sin parar hasta que acabamos agotados.

Recuerdo la ocasión en la que llegamos a Santa Teresa desde Playa Hermosa, en Costa Rica, después de un viaje en coche de 12 horas por carreteras olvidadas y llenas de baches. Fue aparcar el coche y salir corriendo por un estrecho pasillo de arena hasta la playa donde nos esperaban derechas perfectas. No tardamos ni 5 minutos en sacar todas las cosas del coche, registrarnos, para ir al agua.

Siete promesas que tampoco cumpliré en 2024

- enero 01, 2024 - 4 Comentarios
promesas
El año que comienza es un buen pretexto para hacer borrón y cuenta nueva en los errores cometidos a lo largo del año pasado y cargarse de buenas intenciones para el nuevo que todos sabemos que no vas a cumplir.

Esta vez voy a ser más sincero y desisto desde ya (en tono de humor) de ciertos aspectos en el surfing que debería cambiar.

Frases míticas de Le llaman Bodhi

- agosto 18, 2023 - Comenta

le llaman bodhi

A uno, cuando ve 24 años después " Le llaman Bodhi ", seguramente le podrá entrar la risa floja en algunos momentos de la película, pero hay ciertas frases, conversaciones, que son buenísimas (a mi entender, claro). Esta es una pequeña selección de ellas.

- Mucha gente de tu edad aprende surf.
- No tiene nada de malo.
- Tengo 25
- Eso digo.
- Nunca es tarde.
- Ojala te aficiones.
- El surf te cambia la vida, te lo juro.


- Los Ex Presidentes son surfistas.
- ¿Surfistas?
- Surfistas.
- Está clarísimo.
- Mira la línea del bronceado.
- Claro, tiene que ser surfista.
- Pues sí.


- Vuélvete al Valle, tío.


- Me he caído 47 veces y me ha currado un psicópata.
- Hay unos 20 tíos con coletas.
- Paciencia. Hay que ser sutil.



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- Ahora me vais a decir que esto es vuestro y que los insectos como yo no deben venir.
- No.
- Eso sería perder el tiempo.
- Sólo te vamos a machacar.
- ¡Cabrón!


- Putos yonquis de adrenalina.
- Espero que no te tragues este rollo banzai.
- ¿De qué hablas?
- Tienes pinta de kamikaze. Se te nota.
- Bodhi lo huele a kilómetros.
- Te llevará al límite.
- O más allá.


- ¿Por qué no puedo llegar con la tabla y hacerme el colgado?
- ¿Y hacer preguntas?
- Verás...
- Mira.
- Míralos.
- Son como una tribu. Tienen su propio idioma.
- No puedes acercarte sin más. Tienes que salir ahí y aprender cómo se hace, cómo piensan, cómo hablan.
...
- Esto es para niñatos que no se afeitan.
- Venga, tú eres el atleta. Es cuestión de equilibrio y coordinación. No puede ser muy difícil.



- Nunca había visto el mar.
- Ningún mar.
- No pensé que me afectaría tanto.
- Me obsesiona, O algo así.
- Quiero hacer lo que hacéis.
- Es la verdad.
- Está bien.
- Vale. Mañana aquí a las 6 de la mañana.
- Si tardas un minuto me habré ido, y esto no es para toda la vida. Te enseño un poco y después sigues solo.



- Ése es Bodhi, le llaman Bodhisattva. Es un salvaje moderno, un buscador.
- ¿Qué busca?
- La ola. La ola definitiva. Está aun más loco que tú.


giphy 2

- Otra vez. En posición.
- Agáchate o te caerás.
- Si arrastras la rodilla, vas al agua.
- Si arrastras el pie, vas con los peces.
- Los dos pies tienen que pisar la tabla al mismo tiempo.
- Eso es. Eso es. Estás surfeando.




- Solo les gusta ser radicales. No saben entender el mar.
- Nunca captarán la vena espiritual.
- No te irás a poner a cantar, ¿eh?
- Podría.
- Aún no has entendido qué es eso de cabalgar las olas, ¿eh?
- Es un estado mental.
- Un mundo en el que te pierdes y te encuentras.
- Aún no lo sabes, pero lo tienes escrito.




- La ola sube.
- Caes al foso.
- Ocho metros de caída.
- Y los cojones, tío, los cojones se te quedan así.
- Todo el mar está rugiendo.
- Empujándote como un tren de mercancías.
- Sí.
- Y si lo pierdes, los peces te despegan del coral.
- Las olas grandes son para machorros suicidas.
- No.
- Es lo máximo. No hay nada comparable.
- Ni el sexo.
- Será porque lo haces mal.
- La ola grande es algo total.
- No puedes pedir tiempo muerto si no te gusta cómo va.

Siente lo que hace la ola y acepta su energía. Sincroniza y después cabalga con ella.

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- ¿Cuáles son las mayores?
- ¿Waimea?
- ¿Para surf?
- Sí.
- McCaha.
- Dana Point.
- Bells Beach , Australia.
- Bells Beach no es mayor que Waimea.
- Lo será el año que viene.
- ¿Crees que vendrá la tormenta del siglo?
- ¿Qué tormenta es esa?
- Es una leyenda.
- No, es real.
- Absolutamente real.
- Todo va en ciclos.
- Dos veces por siglo, el mar nos dice lo pequeños que somos.
- Una tormenta sale de la Antártida y manda una enorme onda hacia el norte, a 3.500 kilómetros.
- Y cuando llega a Bells Beach forma la ola mayor del mundo. Y yo estaré allí.
- ¡Y yo!
- Si quieres lo máximo, tienes que pagar el precio.
- No es trágico morir, si te gusta.
- Así quiero morir yo.
- Joder, no cumpliré los 30.


- Bodhi, ha muerto gente. Se acabó la ola.
- Ah, no. Yo digo cuándo se termina.
- No, y nadie saldrá. Habría que estar loco, tío.
- Es la muerte segura, colega.
- ¿Has perdido algo?
- Agente especial Utah. Sabía que podía contar contigo.
- He estado en todo México.
- En Baja encontré un fiambre no reclamado.
- Resultó ser Rosie.
- Se peleó con uno mejor que él.
- Encontré un pasaporte tuyo en Sumatra .
- Me sacaste una semana en Fiji.
- Pero sabía que no te perderías la tormenta de los 50 años.
- Sí.
- Es una pena.
- Encuentras tus olas y está cerrado.


- ¿Alguien se ha metido?
- No, y nadie se meterá.
- Habría que estar loco, tío.
- Es la muerte segura, colega.
- Vamos, Bodhi.
- Es hora de irse.
- Sabes que tienes que venir.
- Lo siento, amigo.
- Les dije que no te resistirías.
- ¡No!
- ¡Sabes que no soportaré la cárcel!
- ¡Me da igual! ¡Tienes que pagar!
- Tiene que ser así.
- Está bien, tío.
- Estoy jodido.
- Pero mira eso, Johnny.
- ¡Míralo!
- ¡Es una oportunidad única en la vida!
- Déjame salir y pillar una ola antes de irnos. Sólo una.
- ¿A Dónde voy a ir, tío?
- Hay acantilados. No voy a remar hasta Nueva Zelanda .
- Toda mi vida esperé este momento.
- Vamos, compadre.
- Vamos.
- ¡Vamos!
- ¡Qué coño hace, Utah?
- ¡Le ha dejado escapar!
- No.
- ¡El tío está loco!
- Le cogeremos cuando vuelva.
- No va a volver.


La carrera cinematografia de Gerry Lopez

- julio 21, 2023 - Comenta
gerry lopez
Gerry Lopez además de ser un virtuoso surfista, un revolucionario de la tabla corta, y un excelente shaper, ha sido durante años un aficionado a la interpretación, apareciendo en unas cuantas películas bastante conocidas.
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