Kai Lenny surfea Peahi y Mavericks en tan solo 24 horas
Una de las mayores marejadas de 2023 azotó California justo antes del Año Nuevo, pero antes de que la tormenta llegara a la costa oeste de Estados Unidos, pasó frente a la casa de Kai en Maui.
Mavericks vuelve a la vida
Se formó una semana antes en el Pacífico occidental y fue ganando fuerza gradualmente a medida que avanzaba hacia el noreste. Cuando navegó entre Guam y las Islas Marianas del Norte a mediados de octubre, el tamaño de las olas era muy pequeño, pero poco después pasó por un proceso conocido como intensificación rápida.
La velocidad del viento saltó de alrededor de 90 mph a 160 en aproximadamente 12 horas, convirtiéndolo de un huracán de categoría uno a uno de categoría cinco. Cuando alcanzó su punto máximo, los vientos alcanzaban el rango de 180 mph, más que suficiente para genera olas de este tamaño.
Mavericks el Día de los Inocentes
Esta temporada Marvericks, California, no ha estado demasiado activa, así que cuando el pasado 28 diciembre comenzó otra vez a romper fueron muchos los surfistas que se lanzaron al agua.
Ultimos coletazos de la temporada de olas en Mavericks
Luca Padua y las izquierdas de Mavericks
Surfing a través de la niebla en Mavericks
A medida que la mañana avanzaba y los surfistas se preparaban para entrar en el agua, una espesa niebla cubrió la costa dejando un panorama pocas veces visto.Tan solo Tucker Wooding, con su dron, pudo captar algunas imágenes.
Conoce a Luca Padua, la nueva sensación de Mavercicks
Nacido y criado en Half Moon Bay, California, Luca ahora vive con Laird Hamilton en Malibú, entrenando y viajando para surfear grandes olas. No es una oferta que Laird Hamilton haga a cualquiera.
La primera persona que surfeó Mavericks: Jeff Clark
Ahora Clark conversa con la BBC para recordar esos momentos.
Tienes que coger esa ola y lograr bajar por toda su cara antes de que reviente y se vuelque por encima de ti. Nunca pensé en hacer algo semejante.
Comencé a observarla y a estudiarla hasta que llegó ese día en el que las condiciones eran perfectas. Era una balsa de aceite. Las olas aparecían en formación con un ritmo acompasado.
Cuando estás tú solo haciendo algo que está al filo de los límites asumes que tienes que ser muy cuidadoso, muy calculador. No intentas nada que no crees que podrás lograr el 99% de las veces. No te puedes permitir cometer un error en ese momento, por lo que eres paciente.
Comencé a remar hacia el mar y recuerdo que la corriente era muy fuerte porque la marea estaba a su máximo nivel. Tenía que bordear un arrecife y recuerdo luchar entre las olas. Finalmente pude llegar hasta el pico. Hay rocas a unos 475 metros de la playa que sobresalen levemente del agua. Después de esas rocas hay plataformas debajo del agua que tienen la forma de tu mano. Parecen como espaldas de cocodrilos en el suelo del océano, con la cola apuntando hacia el noroeste.
Cuando la ola comienza a sentir la cola del cocodrilo reduce su velocidad un poco. Al tiempo que se dirige hacia el arrecife en Mavericks, pierde profundidad y en el medio asoma la forma de una cuña. Esa cuña golpea de repente en una plataforma que está a sólo 4,5 metros de profundidad, es como si alguien se tropezara.
En el momento en el que llegó la ola, me di la vuelta y ya no había vuelta atrás, estaba totalmente decidido. Con la cabeza abajo comencé a remar lo más fuerte que puede, sólo buscaba descender, atemorizado, tratando de mantener la velocidad para dejar atrás a esa cosa. Y lo logré. Me escapé. No hay nada más satisfactorio que ver algo que estuviste observando por tantos años, estudiándolo y luego hacer lo que pensaste que podías hacer.
Pero nadie más estaba con ganas de hacerlo. Durante años estuve tratando de que la gente me escuchara y me acompañara allí. Pero nadie quiso hacerlo.
En 1990 conseguí que dos chicos de Santa Cruz se metieran en Mavericks conmigo, y volvieron a casa contándolo a todo el mundo. La siguiente vez que apareció la ola en Mavericks hubo 12 personas listas para surfearla, y a partir de entonces todo cambió.
Fue un poco desconcertante al principio. Pero al mismo tiempo que la gente venía y se iba, lo intentaban y fallaban, y lo volvían a intentar hasta conseguirlo, todo fue encontrando su lugar. La sensación era que nadie iba a sobreexplotar esta ola y quitarle la magia.
No me arrepentí de haberla compartido, porque siempre seguiría siendo Mavericks.
En diciembre de 1994 escuché que Mark Foo, Ken Bradshaw y Brock Little, instituciones del surf de la época, habían ido a surfear a Mavericks.
Entré primero al agua y luego ellos me alcanzaron en el pico. Había buenas olas y eran grandes, pero no gigantes y fuera de control. Nada del otro mundo, no más de siete o nueve metros.
Me acerqué a Mark y le dije, "Mark, ¿qué piensas?", y él me respondió, "nunca me imaginé que hubiera una ola tan buena". Simplemente fue estimulante escuchar eso.
Después, cuando me estaba cambiando en la playa, alguien me gritó desde el acantilado que había un grupo de chicos dirigiéndose hacia las rocas. Tomé los prismáticos y pareció que todos habían conseguido salir con éxito.
Me fui caminando hasta las oficinas del puerto y cuando llegué sonó la alarma. La patrulla del puerto había sacado el cuerpo de una persona y estaban tratando de resucitarle. Fue cuando me di cuenta que era Mark Foo.
Él había sido uno de los que habían sido arrastrados hacia las rocas, pero nunca pudo salir. Nadie lo notó.
Me dije que tenía que encontrar a Ken Bradshaw, quien había venido con Mark. Lo hice y le dije, "Ken, tienes que venir conmigo. Mark se ahogó". Me dijo que le llevara a donde estaba él. Fue un día muy triste.
Mark dijo: sabes, si quieres una experiencia total, hay que estar dispuesto a pagar el mayor de los precios. Desafortunadamente le costó la vida.
Me sentí responsable. Sabía que Mavericks era peligroso.
Dos días más tarde, el día de Navidad, cogí mi tabla, mi traje de neopreno y fui hasta la playa. No había nadie. Estuve allí un rato, poniendo mis pensamientos en orden y nadie apareció. Caminé hasta el final de la arena, me arrodillé y recé una oración. Hablé con mi creador sobre lo que había pasado y le pedí que me cuidara.
Justo antes de saltar al agua, escuché una bocina y gritos que venían desde el acantilado. Eran mis amigos, con los que había surfeado desde el instituto. Habían visto mi coche aparcado y se pararon. Me encontraron justo antes de que me metiera al agua y fue como, "¡sí!, genial".
Nadé mar adentro y me tomé un momento para pensar en Mark. Comencé a coger olas y la última la surfeé hasta la laguna. Eso fue para mí cerrar la herida. Aunque sigue siendo una tragedia.
De alguna forma todo cambió. Nadie había muerto por surfear olas grandes y justo cuando llegaron los mejores surfistas de Hawái a California uno muere.
La realidad es que surfear las olas gigantes es peligroso y que puedes morir. Tener tres barcos en el agua, motos de agua, un helicóptero y no llevar un registro de los surfistas que están en el pico... me quedé sorprendido.
Acabé empezando a patrullar las aguas de Mavericks, a entrenar a los surfistas en técnicas de rescate y en reanimación cardiopulmonar. Fue para cubrirnos, para cuidarnos entre nosotros.
La mala fama de Mavericks creo que lo hizo más famosa todavía. Para surfear y sobrevivir a Mavericks tenías que engañar a la muerte. No soy un gran fan de esa notoriedad, y la reputación que Mavericks te podía matar. Estaba más preocupado que seguir vivo y de que mis amigos siguieran vivos.
Han pasado 40 años desde que se surfeé Mavericks por primera vez. Y ver al flujo de personas que surfean sus olas, las carreras que han surgido de sus olas es algo asombroso.
Todavía disfruto entrando allí. Desearía hacerlo sin nadie un par de veces, pero sé que eso no pasará. Pero escojo los días en los que salgo a surfear.
Lo hice hace un par de semanas y todavía fue igual de extraordinario que la primera vez.
Over the Edge - Matt Bromley
Aunque está disponible a través de las principales plataformas desde el 19 de octubre, todavía no la hemos visto, aunque a tenor del pedazo tubo del instagram de abajo, hay que verlo pero ya.
Un baño cualquiera en Mavericks
Miedo en Mavericks
Aún así, el hawaiano no duda en tirar para California cuando las condiciones son las indicadas.
En su último capítulo de su Vlog, Lenny nos muestra su último viaje desde Maui hasta Half Moon Bay junto con su hermano Ridge e Ian Walsh.
Décimo anniversario de la muerte de Sion Milosky
Había sido surfista profesional de tablón pero lo que le gustaba realmente eran las olas grandes, las más grandes, como buen hawaiano que era.
Todo fue un cúmulo de coincidencias hasta llegar a ese trágico final. Hacía unos 10 años se tomó un descanso para poder criar a sus dos hijas, pero el gusanillo de las olas grandes le hizo volver al agua.
Un mes antes de su muerte le nombraron el mejor surfista underground del North Shore después coger a remo algunas de las mayores olas de la temporada.
Usó parte de los 25.000 dólares del premio para viajar a Santa Cruz junto con su amigo Nathan Fletcher y poder así surfear Mavericks durante el mayor swell de la temporada.
Según cuentan los presentes, todo iba bien, las olas superaban los diez metros y ya había cogido varias olas. Casi al final de la sesión, Milosky cayó al intentar surfear la primera ola de la serie y desapareció con las siguientes. Primero apareció su tabla, y veinte minutos después encontraron su cuerpo ya sin vida.
Cuando Mavericks despertó
Kai Lenny, Justine Dupont, Ian Walsh, y Lucas Chumbo, entre otros muchos, tuvieron la fortuna de poder experimentar cómo es el mejor Mavericks.