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Surf y ambición: la bella y la bestia

- julio 20, 2022 - Comenta
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Iñigo Urdinaga, autor del libro "Surflaria eta Paradisua", firma un crítico artículo en Jot Down Magazine titulado "Surf y ambición: la bella y la bestia", una reflexión sobre el camino que ha tomado el surf a lo largo de los años, sobre todo en estos últimos.

Surf y ambición: la bella y la bestia

Por Iñigo Urdinaga

Hemingway amaba profundamente la mar (así, en femenino), pero las olas las disfrutaba como los toros, ya saben, desde la barrera. Y así, mientras el americano acompañaba a un equipo de Hollywood en busca de localizaciones para el rodaje de The Sun Also Rises (Fiesta), alguien sacó una tabla, se tiró al agua y se incorporó sobre las olas de Biarritz. Aquella mañana de 1956 fue la primera en la que un ser humano se deslizaba de pie sobre el Cantábrico. No han pasado tantas mareas desde entonces, pero los cambios han sido vertiginosos para un pasatiempo que nació en alguna remota isla polinesia y llegó hasta nuestra costa desde California. En el siglo XXI, el surf parece haber sido asimilado por la cultura del dinero; otra máquina más de crear postales pop.

Antes de seguir recordemos que, en esencia, el surf es simple y llanamente un gran placer. Los indígenas hawaianos lo disfrutaron durante más de cuatro siglos antes de que llegara el capitán Cook en 1778. «Aquellos salvajes de ambos sexos parecían vivir el más supremo placer mientras la mar los conducía rápida y suavemente», escribió su teniente en el cuaderno de bitácora. El mismísimo Jack London probó el surf en Hawái con cierto éxito y lo definió como «un deporte real para los reyes naturales de la tierra». Y es que la acción de surfear siempre transmite frescura, júbilo, entendimiento con la naturaleza y, sobre todo, libertad, o sensación de libertad. Los norteamericanos lo vieron enseguida: tras apropiarse de Hawái y del surf, lo explotaron a través de Hollywood en innumerables películas, e incluso lo emplearon en la guerra fría como arma de seducción ideológica; desde películas surferas proyectadas en Moscú hasta campeonatos en países asiáticos.

Cuando llegó al Cantábrico, el surf venía de ser contracultura en la California de los sesenta; era cosa de pijos y hippies porretas que no querían hacer la mili, y menos en Vietnam. Mostraban desdén por el trabajo y poca ambición materialista, pero soñaron con la posibilidad de vivir —o sobrevivir— de su pasión. Y no serían ni los primeros ni los últimos. A finales de los sesenta, Patxi Oliden, un artesano de traineras y remos, abrió en Orio el primer taller de fabricación de tablas de surf de la Península para hacer sus Itxas Tresna (‘herramientas de mar’). La costa vasca vio nacer los primeros campeonatos, tiendas, escuelas y revistas de surf. Todo eso atrajo mucha atención mediática pero también derribó estereotipos: para hacer surf no hacía falta ser rubio, ni ser hijo de papá; las olas buenas son en invierno, los Beach Boys no surfeaban y las drogas no eran imprescindibles. Tampoco había que irse hasta Hawái para coger olas gigantes. Ibon Amatriain descubrió y estrenó olas en el golfo de Bizkaia que parecían imposibles de surfear; Eneko Acero fue el primer surfista profesional de España y Aritz Aranburu es, hasta el momento, el primer y único surfista estatal en acceder al top mundial. Y aún hay unos cuantos más.

Entre olas y surfistas surgen más marcas locales, más tiendas, más escuelas y campeonatos. Dice el escritor Eduardo Illarregui que el País Vasco, con su franja costera de apenas ciento setenta y seis kilómetros, atesora una de las mayores concentraciones por metro cuadrado de surfistas de élite, shapers (fabricantes artesanos de tablas), artistas y empresarios relacionados con la industria del surfing del planeta. En tan solo seis décadas, el surf ha calado hondo en una sociedad volcada a la mar desde antiguo. Los vascos ya convirtieron la pesca de la ballena en la primera industria en la historia de América del Norte en el siglo XVI. En los tiempos de Instagram se trata de seguir explotando la mar a través de otros medios. Eso sí, no basta con coger olas colosales o hacer maniobras increíbles. También hay que demostrar flow en internet. Los surfistas profesionales y wannabes —aquellos que pretenden serlo— trabajan su personal branding; las grandes marcas y los medios venden la postal y el postureo, y todo el mundo quiere su foto.

Durante la primera década del siglo XX, el número de personas que practicaban surf se multiplicó dos veces por dos: en 2002 se calculaba que eran unos cinco millones en todo el mundo, y en 2010 ya eran veinte millones. La masificación se ha convertido en el gran problema del surf: cuanta más gente surfea, menor es el placer. Mundaka sigue bombeando olas de clase mundial, pero cada año son menos las posibilidades de hacerse allí un buen tubo. Las olas surfeables adecuadas son ya un recurso natural limitado y todas las playas comienzan a estar saturadas de surfistas compitiendo entre sí. Hasta la mar tiene sus límites, pero no importa: las olas artificiales amenazan con convertirse en fábricas de surfers principiantes. William Finnegan, surfista y premio Pulitzer 2016 por Barbarian Days (Años salvajes), fantasea con la idea de que algún día el surf pudiera pasar de moda. «Y cuando llegue ese día, tal vez millones de novatos dejen de surfear y dejen las olas a los surfistas recalcitrantes».

Hay en el País Vasco tanto cluster de surf, tantos cursos de marketing del surf, tantas empresas especializadas en turismo surf… Algunos surfistas creen que colegas suyos están vendiendo el alma al diablo. El surf ha perdido soul, está muriendo de éxito y quizá sea necesario imponer algunos límites también a la ambición humana. Cuando todo parecía perdido, en plena desnaturalización y con la industria tratando de centrar la narrativa del surf en los campeonatos, aparece en escena un viajero de Getxo con sus tablas bajo el brazo y una cámara para grabar y contar sus aventuras. Kepa Acero es hoy uno de los exploradores de olas más renombrados del globo, al que medios norteamericanos presentan como «la versión moderna de Vasco de Gama». Con sus viajes y vídeos ha recordado a todo el mundo que no todo son maniobras espectaculares y campeonatos. La industria quiere ídolos y fans, circo y más ventas, pero la competición en el surf no deja de ser algo impostado. Matt Warshaw, autor de The History of Surfing y The Encyclopedia of Surfing, recuerda que solo el dos por ciento de los surfistas participa en campeonatos, que el noventa y mucho por ciento de las competiciones son silly entertainment, y que los mejores momentos del surf suceden casi siempre lejos de los campeonatos.

Nos disponemos a entrar en un nuevo tiempo. Si el surf era puro disfrute y divertimiento, ya nos encontramos en otra fase: llega la era del postsurf. Cori Schumacher, tres veces campeona del mundo de tabla larga, defiende la necesidad de deconstruir, redefinir y reconstruir este pasatiempo venido a más, y propone comenzar por «desplazar del centro al surfista masculino competitivo profesional». Hoy gozamos de mejores tablas y trajes, predicciones marítimas precisas, vuelos más o menos económicos, etcétera, pero, como dice la socióloga Kristin Lawler, los surfistas viven «con un profundo sentimiento de paraíso perdido». Parece que los mejores tiempos para surfear ya se fueron, y no van a volver.

Nos queda la mar. El frío y duro invierno de la costa cantábrica, con sus marejadas y vientos del sur. Y nos queda la ambición, que es también bella y bestia. Ojalá sea para recuperar el equilibrio.

'Un Surfista en busca del paraíso'. El libro que necesitábamos

- septiembre 21, 2021 - Comenta
portadas
¿Quién de nosotros no ha pensado sobre la adición que le genera el surf?, ¿Quién no ha tenido diferentes crisis? y, ¿quién no se ha puesto a pensar sobre lo rápido que este deporte ha evolucionado los últimos años? De todo esto y mucho más habla este necesario libro que Iñigo Urdinaga.

Iñigo es local de Orio, lleva varias décadas surfeando y a través de pequeños relatos, cuenta su historia, que es la nuestra, desde allí. El “puto muro” como llaman ellos, que los jodió su ola, sus comienzos, los surfistas referentes del pueblo, cómo el surf lo copaba todo en la adolescencia y cómo el sur evolucionaba con tantos hitos recientes que muchos de nosotros hemos seguido también a través de este blog y los comentarios a sus entradas.

Las tablas Itsas Tresna, Kelly Slater, Aritz Aramburu en el WCT, Ibon Amatriain abriendo como referente de olas grandes, Kepa Acero y lo que sus viajes nos evocan, Axi Muniain, la ola de Laird Hamilton en Teahupoo, Agote shapeando para los mejores, Wave Garden o el comienzo de los partes en internet. Todo un repaso a algunos de los hitos más importantes de este deporte los últimos años.
surfista paraiso

Pero el libro también profundiza, con esta pregunta que lo recorre, ¿no estaremos cargando este deporte? Las marcas venden una imagen idílica, muchas veces banal y superficial de sol y playa, de búsqueda del placer inmediato, que casi siempre está lejos de la realidad. Es un sueño inalcanzable para casi todos que solo lleva a frustración. No sobran también los que tratan de hacer negocio con este deporte, muchas veces ayudando a elevar su nivel, pero otras también a hipersaturar los picos, ya muchas veces insurfeables. El surf es ahora otro deporte al que era hace 20 años, y amerita pensar lo que queremos que sea los siguientes 20.

El autor ha surfeado algunas de las mejores olas del mundo, y todavía se le puede ver en un Mundaka o Roca Puta sólidos. A pesar de ello, escribe desde la humildad que el mito Ibon Amatriain transmitió a toda una generación. Creo que no hay mejor libro para lo que ya tenemos cierta edad recordar algunos de nuestros mejores años y, los que son más jóvenes, aprender de su historia y no cometer algunos de los mismos errores. ¡No os lo perdáis!



Dónde comprarlo

En librerías, en la tienda online de Elkar (aquí) o en Amazon (aquí).



Escrito por Asier Hernando Malax-Echevarria*

*Local de Laga, Ibarrangelua. Actualmente reside en Perú donde surfea habitualmente. Escribe para diferentes medios de comunicación, entre ellos El País sobre asuntos vinculados al desarrollo y pobreza de América Latina. Es seguidor de este blog desde sus inicios.

Gony Zubizarreta y Garazi Sanchez, descartados para el mundial de El Salvador

- abril 25, 2021 - Comenta
seleccion
A falta de un mes para el comienzo del mundial ISA en El Salvador, se ha decdido los surfistas que competirán en ellos.

Tras varias concentraciones finalmente se escogían a los ocho mejores surfistas nacionales. A partir de aquí, arrancó un nuevo proceso en el que se tuvo que seleccionar a los seis que finalmente competirán durante los próximos días 29 de mayo al 6 de junio.

Todos los surfistas que acudieron a las dos últimas concentraciones, en las que ya solo eran los ocho mejores, cumplían con garantías las exigencias que exige una cita tan importante.

Finalmente, el equipo técnico formado por Pablo Solar, Ibon Amatriaín, Rafa Sellés, Luis Pérez “Gigi” y Lourenço Chaves de Almeidaha han decidido que Gony Zubizarreta y Garazi Sanchez sean los surfistas descartados. Solo actuarán en caso que alguno de sus compañeros se lesionen.

La difícil decisión llega un mes antes del Surf City El Salvador ISA World Surfing Games 2021. Una lista que se da tras analizar y ver la adaptabilidad de cada deportista a las condiciones que se verán durante el mundial en el país centroamericano.

Por lo tanto, los deportistas que han escogido los técnicos nacionales Pablo Solar e Ibon Amatriain para competir en el Surf City El Salvador ISA World Surfing Games 2021 son los siguientes:

Selección nacional masculina
Aritz Aramburu
Jonathan González
Andy Criere

Selección nacional femeninaNadia Erostarbe
Leti Canales
Ariane Ochoa
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