La ola de los 100 pies: ¿Ha ganado Mavericks a Nazaré?

alo slebir

En Nochebuena, un surfista de Santa Cruz, Alo Slebir, surfeó una ola en Mavericks que, según los testigos, tenía más de 30 metros de altura, lo que establecería un récord mundial.


 La foto no deja lugar a dudas de que esta ola era increíblemente grande, sin duda una de las más grandes o la más grande surfeada nunca en Mavericks. ¿Peró, es la más grande surfeada nunca?

 

Las olas grandes se encuentran entre los fenómenos más efímeros de todos los deportes: es casi imposible medirlas con precisión. “Puedes medir el monte Everest todos los días de la semana durante 100 años, nunca se mueve”, comentó Bill Sharp, fundador de los nuevos SURFER Big Wave Challenge (BWC). “Pero incluso la ola más grande dura solo unos segundos, y luego se va para siempre”. 

 

Por lo tanto, ungir a un nuevo poseedor de un récord mundial no es como entregarle a alguien una medalla de oro después de ganar un evento olímpico, dijo Sharp. Es más como “nombrar a un nuevo papa”, comenta a Los Angeles Times. Una vez al año, Sharp, ex editor de la revista Surfing, y un “cónclave de hombres y mujeres sabios” se reúnen en una habitación cerrada y estudian fotos y videos enviados por surfistas de todo el mundo en un esfuerzo por determinar quién tuvo la suerte, o la locura, de montar la ola más grande capturada en película. 


 El récord mundial actual se estableció en Nazaré en 2022 cuando el alemán Sebastian Steudtner surfe´p una ola que luego se calculó que tenía 86 pies de altura. Pero, ¿cómo se calcula exactamente el tamaño de una ola gigante? Con un proceso conocido como fotogrametría. Comienza conociendo el tamaño del surfista en la foto y luego extrapolando cuidadosamente el tamaño de la ola en función de cuánto más grande es que el surfista. Entonces, si la persona mide 2 metros de alto y la ola es 10 veces su tamaño, es una ola de 20 metros. Simple, ¿verdad? No cuando hay atletas de clase mundial, egos de clase mundial, dinero y derechos de fanfarronería internacional involucrados. 

 

Primero, no puedes simplemente creer en la palabra de alguien sobre su estatura cuando está en juego un posible récord mundial. “Hay que ir a ver a la persona y medirla con mucho cuidado”, dijo Sharp. Y como nadie surfea una ola de pie, hay que medirla en distintas posturas. “Tengo un sistema en el que hay una cuadrícula, una cuadrícula pulgada por pulgada, y se coloca en una pared detrás de la persona”.

 

Sharp graba un vídeo con una cámara colocada lo suficientemente lejos como para eliminar cualquier ilusión óptica. Hace que el surfista se agache e imite posturas reales de surf hasta que consigue una pose que se parece mucho a la forma en que estaba de pie en la grabación cuando estaba en la ola real. “Esto es crucial”, dijo Sharp. Si te equivocas en una o dos pulgadas con la altura del surfista, eso puede llevar a errores enormes cuando multiplicas para calcular la altura de una ola que podría haber sido 15 veces más alta que el surfista. 

 

Luego está el problema de medir la ola en sí. Casi todo el mundo puede mirar una foto y estar de acuerdo en dónde está la cima, dijo Sharp. Pero la parte inferior puede ser engañosa. ¿Dónde, exactamente, termina el agua plana delante de la ola y comienza la pendiente ascendente? La respuesta puede depender de muchos factores, como si la imagen fue tomada desde una playa de arena al nivel del mar, un acantilado sobre la bahía o una moto acuática que sube y baja con las olas. Ahí es cuando entra en juego el “faccionalismo regional”, dijo Sharp riendo. 

 

Los expertos encerrados en una habitación que analizan las pruebas intentan mantener a raya sus prejuicios personales, pero siempre hay “un coro ruidoso de personas” afuera que presionan a favor de sus héroes locales. Y no se trata solo de los derechos de fanfarronería. Desde que Nazaré fue “descubierta” en 2011, se ha convertido en un destino turístico internacional, con un gran contingente de surfistas de olas grandes, medios de comunicación y aficionados que llegan a la ciudad de Nazaré cada invierno. “Sé en mi corazón que estamos haciendo lo mejor que podemos”, dijo Sharp, “pero siempre hay alguien que se siente estafado”.

 

Sharp, con el apoyo de patrocinadores de la industria del surf, comenzó a otorgar los premios a la ola más grande del año a fines de la década de 1990. La primera vez que declararon un récord mundial fue en 2001, después de que Mike Parsons de San Clemente surfeara una ola de 66 pies en Cortes Bank, una isla sumergida a 100 millas de la costa de San Diego que crea algunas de las olas más altas y aterradoras de la Tierra. Un año después, declararon un récord mundial.

 

Posteriormente, un nuevo récord mundial se estableció cuando Carlos Burle surfeó una ola de 20 metros en Mavericks. Pero a mediados de la década de 2000, el surfista hawaiano de olas grandes Garrett McNamara se enteró de que una playa soleada y apartada de las rutas turísticas de Portugal, donde las familias practican bodyboard con sus hijos en verano, se vuelve feroz durante las olas de invierno. 

 

En noviembre de 2011, McNamara montó una ola de 23 metros allí, estableciendo el récord mundial. Los tres récords mundiales más recientes también se han establecido allí. Aun así, el surf es notoriamente territorial, y muchos californianos son bastante posesivos con su deporte favorito. 

Entonces, cuando una fuerte tormenta de diciembre en la costa de Japón envió olas impresionantes que cruzaron en el Pacífico, los surfistas del Estado Dorado tomaron nota. Cuando esas olas cruzaron la línea internacional de cambio de fecha que apunta directamente a Half Moon Bay, se corrió la voz entre los adictos a las olas grandes y comenzó la pelea. 

 

Alessandro "Alo" Slebir es definitivamente un adicto a las olas grandes. Se graduó de la universidad hace un par de años y ha estado trabajando en la construcción y en trabajos ocasionales para pagar las facturas mientras busca la ola perfecta. 

 

Estaba en Maui con su compañero de surf, Luca Padua, cuando se dieron cuenta de que el oleaje de la tormenta japonesa estaba ganando fuerza y se dirigía directamente a Mavericks. "Mucha gente pensó que estábamos locos por irnos, porque las condiciones en Maui eran muy buenas", dijo Slebir. "Pero no había duda de que íbamos a regresar. La pregunta era, ¿cómo de rápido podemos llegar allí?". 

 

Cuando llegaron al agua en Half Moon Bay en la mañana de la víspera de Navidad, las olas "eran de solo cinco metros", dijo Slebir. Eso es suficiente para satisfacer a surfistas de ols grandes normales, pero no para justificar el gasto y la molestia de correr a casa desde Maui. Slebir y Padua habían estado estudiando los datos de las boyas oceánicas en alta mar, sin embargo, sabían que se acercaban monstruos. 

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“En lo que a mí respecta, estoy feliz de haber surfeado la ola más grande de mi vida”, dijo Alo Slebir sobre su hazaña  “Dejaré que otras personas decidan qué tamaño era”.


Sin embargo, Slebir y Padua habían estado estudiando los datos de las boyas oceánicas en alta mar y sabían que se dirigían monstruos. A media tarde, olas de una dimensión completamente diferente comenzaron a acumularse en el horizonte. Una tenía un “aspecto único”, dijo Slebir, notablemente más grande que las demás.

Padua estaba en la moto acuática, Slebir estaba en el agua y ambos sabían instintivamente que tenían que ir a por ello. “Obviamente, ya sabes, estás asustado y lleno de adrenalina”, dijo Slebir, “pero no hubo ninguna duda”.

Cuando llegaron a la ola, Slebir soltó el remolque y comenzó a descender por la cara casi vertical de la ola. No hubo tiempo de mirar atrás para ver lo grande que era. Su única sensación de tamaño provenía de lo increíblemente rápido que iba.

Slebir calcula que iba a 40 o 50 mph, pero la ola era tan grande que estaba absorbiendo agua del arrecife frente a él casi a la misma velocidad, por lo que sintió que estaba disminuyendo la velocidad. Esa es una sensación que había experimentado solo una o dos veces antes, por lo que sabía que estaba en el barril de algo tan grande que podría matarlo.


“No te caigas”, recuerda haber pensado.
 

El próximo cónclave se reunirá en Newport Beach en septiembre. Y con nueve meses por delante, dijo Sharp, cualquier cosa podría pasar.

En una entrevista el viernes, Slebir parecía indiferente ante todo el alboroto. Señaló que los surfistas de olas grandes de una generación anterior pasaron décadas surfeando olas gigantes sin el beneficio de las cámaras de los teléfonos, o alguien filmando desde el lugar perfecto en el momento perfecto.

“¿Cuántas olas de 30 metros se han surfeado pero no se han documentado?”, preguntó.

“En mi caso, estoy feliz de haber surfeado la ola más grande de mi vida”, dijo Slebir. “Dejaré que otras personas decidan de qué tamaño era”.


Artículo basado en 'Surfer rides a monster wave at Mavericks. Will it bring the world record back to California?' de Los Ángeles Times

2 comentarios:

  1. Me parece realista, humilde, y objetivo, decir que me conformo con haber surfeado la ola más grande de mi vida y el tamaño que lo decidan los demás. ES cierto todo lo que este director habla aquí en cuanto a las medidas y referencias tomadas, a veces uno duda de su tamaño personal cuando hace tiempo que no se entra en el agua. Viendo muchos vídeos de toda esta gente llega un punto en qué te intoxicas y no sabes bien cual es tu tamaño real. El otro día vi uno d hace cinco años en Jaws remando, se ve claramente desde una toma un tamaño que parece algo irreal, de repente se mueve el barco donde está filmando y se pierde la toma, y se sustituye la película con otra toma desde otro punto o barco, el tamaño irreal se convierte en la mitad de lo que uno pensaba, luego en el canal ya sabes lo que pasa todo parece más pequeño porque estas en la base de la hola que no es la horizontal plano del mar, pues este en realidad nunca existe ya que siempre se está moviendo. Por otro lado, se pueden haber tenido experiencias paralelas en tu vida que hagan parecer una cosa u otra aquello que fue lo más grande nunca surfeado para ti, entonces hablamos de tipos que han necesitado de décadas de referencias para ser conservadores con sus expectativas en cuanto al tamaño encontrado y necesitado. Si me preguntan, prefiero que nunca me fotografíen o lo sepa, es algo que como la gente en el agua, me pone nervioso en el take off de olas grandes. Si no me preguntan en cuanto a mi tamaño conservado, diré que es de uso exclusivo a mis experiencias vividas como referencias durante décadas. Si no ocurre ninguno de los dos casos anteriores descritos, daré gracias a algún fotógrafo anónimo por haberme sacado una foto sin yo saberlo, porque aclara algunas de mis referencias vividas durante décadas, y por fin sé que no eran locuras o paranoias mías de mi estado mental del momento.

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    1. Tengo la impresion de que a veces la ola que bajas y la foto que te hacen cuando estas en el botton son dos cosas distintas. Sobre todo si te hacen la foto desde 45 grados y un acantilado parece el doble de grande de la impresion que te da al bajar, hablo de remar de 2 a 4 metros no esas animaladas. Como si bajando la ola sigue creciendo el tamaño detras tuyo.

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