Tormenta
Fui a la playa con la ilusión de pegarme un baño, me quedé por el espectáculo de la tormenta que se cruzó en nuestro camino.
Parecía que había bajado la fuerza del mar, así que me acerqué a la playa a ver si me podía pegar un baño. Estaba mal, muy feo, revuelto. Ni en un lado de la playa ni en el otro, todo rompía mal.
Me quedé un rato mirando a los tres que se habían animado a entrar al agua. Uno no paraba de remar y pinchar, remar y pinchar, sin pillar nada, mientras que los otros dos, juntos en el otro lado de la playa, pillaban más, pero poca cosa.
Y llegó la tormenta. Venía de Cantabria, y siguió su camino, dirección este, cruzándose por el mar. Una nube gigantesca que avanzaba con una espesa y negra cortina de agua en el frente. Un auténtico espectáculo.
No me pegué baño, pero mereció la pena el viaje.
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