El baño más triste de noviembre
Normalmente suelo ser optimista y conformarme con poco, pero es que ayer no conseguí llegar ni al mínimo.
Cuando me pasé por la playa a la mañana, el frío (hacía 5ºC), la cantidad de gente en el agua, y las pequeñas olas que rompían me quitaron las ganas. Pensé en volver a la tarde, cuando la gente se hubiera retirado, y la anunciada subida del mar se produjera.
Si bien es cierto que había menos gente, la subida del mar no aparecía por ningún lado. Básicamente, el mar llegaba mezclado con dos marejadas, una muy del oeste, y otra del norte, las dos pequeñas, y con periodos muy bajos.
El error estuvo tanto en decidir tirar al agua, como en el lugar elegido. Tres minutos después de entrar al agua, ví como media docena de personas, la mayoría con tablones, me seguía. Las olas pasaban de largo sin romper, ni para mi, ni para los tablones, el frío viento del este no animaba a luchar por chustas, así que en 20 minutos me largué de ahí en busca de peores olas pero sin gente. Eso me salvó de la desesperación. Unos cuantos cerrotes solitarios, dejar de oir el murmullo de la gente hablando, y el poder disfrutar del horizonte.
Y tocaba cambiarse frente al gélido viento del este. No quise. Me monté con el traje puesto, mojé el asiento, y me fuí a casa a pegarme un baño caliente. Eso fue lo mejor.
Hoy será otro día.Vídeo: Sopelana Surf Videos
Cuando me pasé por la playa a la mañana, el frío (hacía 5ºC), la cantidad de gente en el agua, y las pequeñas olas que rompían me quitaron las ganas. Pensé en volver a la tarde, cuando la gente se hubiera retirado, y la anunciada subida del mar se produjera.
Si bien es cierto que había menos gente, la subida del mar no aparecía por ningún lado. Básicamente, el mar llegaba mezclado con dos marejadas, una muy del oeste, y otra del norte, las dos pequeñas, y con periodos muy bajos.
El error estuvo tanto en decidir tirar al agua, como en el lugar elegido. Tres minutos después de entrar al agua, ví como media docena de personas, la mayoría con tablones, me seguía. Las olas pasaban de largo sin romper, ni para mi, ni para los tablones, el frío viento del este no animaba a luchar por chustas, así que en 20 minutos me largué de ahí en busca de peores olas pero sin gente. Eso me salvó de la desesperación. Unos cuantos cerrotes solitarios, dejar de oir el murmullo de la gente hablando, y el poder disfrutar del horizonte.
Y tocaba cambiarse frente al gélido viento del este. No quise. Me monté con el traje puesto, mojé el asiento, y me fuí a casa a pegarme un baño caliente. Eso fue lo mejor.
Hoy será otro día.Vídeo: Sopelana Surf Videos
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