Diario de un confinamiento: Día 7

Se cumple la primera semana sin salir de casa salvo para lo imprescindible y he pensado llevar un pequeño diario sobre cómo este dichoso virus nos ha cambiado la vida.

Los expertos dicen que llevar un diario ayuda. Yo ya lo tenía. Siempre que podía me pasaba por la playa, echaba un vistazo al mar, a sus olas, sacaba un par de fotos, me metía al agua si procedía, y luego lo contaba.

Ahora he sustituido el paseo por la playa por mirar la pantalla del ordenador y conectarme a las webcams. He de reconocer los primeros días fue más duro, las ganas de surfear eran muchas, y no podía perder el tic de mirar cómo estaba el mar ya fuera desde el móvil o el ordenador. Pero como pasa cuando dejas el tabaco, después de esos primeros días uno se va acostumbrando.

Sigo mirando las webcams, pero ya no con tanta ansia. Por cierto, hoy el mar está casi plato. Apenas olitas de medio metro, o quizá ni eso, con vientos inexistentes, y mareas tirando a vivas. Y continuará así también mañana. Y es que saber que no hay olas buenas también ayuda a sobrellevar este encierro. Perdón, que los expertos también aconsejan borrar de tu vocabulario las palabras “cuarentena” y “aislamiento”, e intentar mentalizarse para “empezar de cero” y “reiniciar” tu vida. ¡Qué asco me dan los expertos!

Por ahora he sustituido el tiempo que dedicaba al surfing por escribir algo más en el blog, y una pequeña sesión de bingo que jugamos a grito pelao entre los vecinos de los bloques cercanos antes de salir a aplaudir a los que están ahí fuera jugándose el tipo por nosotros. La cuestión es interactuar con el resto del mundo, da lo mismo de qué forma.

Si hace una semana el momento más emocionante del día podía ser haberle metido unos cuantos giros en la misma ola, ahora es el paseo de 100 metros que te pegas para tirar la basura. esto acabe. Quizá mañana los rayos se abran paso entre las nubes. Pero eso será mañana. Y quedará un día menos para que esto acabe.

Hay que hacerse a la idea de que esto va para largo.