Wavegarden es el "Plan B" en los Juegos Olímpicos de Tokio
Wavegarden ha anunciado que proyecta lo que podría ser el "plan B" del surf olímpico para el caso de que las condiciones en el mar durante los Juegos de Tokio no sean favorables.
Esta es la respuesta de Wavegarden, por lo menos a mi me lo parece, a la competición en el rancho de olas de Kelly Slater.
Según explica a EFE la alemana Karin Frisch, cofundadora y responsable de marketing de Wavegarden, la compañía guipuzcoana trabaja ya con una serie de inversores privados en el país del sol naciente teniendo en cuenta que en el mes de agosto, cuando están previstas las pruebas de surf, "hay bastantes probabilidades de que no haya olas".
"Los organizadores cuentan con una ventana de catorce días en los que pueden tener suerte o no, aunque es un poco arriesgado", explica Frisch. Ante esta tesitura, su compañía ha empezado a trabajar "en paralelo" con unos inversores privados para la construcción de una de sus novedosas instalaciones de olas artificiales en las proximidades de Tokio a la que se podría recurrir en caso de ausencia de ondas en las playas niponas.
No obstante, la representante de Wavegarden aclara que, aunque finalmente su instalación no sea necesaria para los Juegos Olímpicos, el proyecto seguirá su andadura al igual que los que tiene programados por todo el mundo, porque Tokio "es un lugar muy interesante" para este tipo de negocio y "puede ser perfectamente rentable" por sí mismo.
De hecho, el proyecto ya "está avanzado" aunque aún no ha comenzado su construcción porque se trata de "un proceso bastante largo en todos los países debido a la necesidad de permisos y la importancia de encontrar un terreno adecuado".
La tecnología "Cove" se basa en un "sistema modular muy avanzado que imita el movimiento de las partículas en el agua y que genera la ola sin ningún elemento que se desplace por el agua". "Son varios paneles que se mueven de una forma específica, controlado por un software para crear la ola", describe Frisch.
Sus principales ventajas son una frecuencia "mucho más alta" que la versión anterior, porque puede generar "hasta mil olas a la hora" y la "flexibilidad" pues "con un único botón se pueden modificar las características de las ondas para hacer olas con tubo, de dos metros, u olas fáciles para principiantes", aclara la experta.
Además, el "Cove" precisa menos espacio que el "Lagoon", algo que resulta interesante cuando, como comenta la representante de Wavegarden, "los terrenos atractivos están cerca de ciudades con mucha población, donde el precio del suelo es muy caro".
Hasta el momento la cartera de proyectos de la empresa cuenta con una veintena de instalaciones, cada una de las cuales podría rondar los 14 millones de euros y, además de una laguna, albergarán vestuarios, aparcamientos, tiendas, escuelas de surf, gimnasios, restaurantes, pistas de skate y todos los equipamientos relacionados con la práctica de este deporte.
Chile, Argentina, Estados Unidos, Marruecos, Gran Bretaña, Alemania, Dubái, Australia, Japón y, por supuesto, España, son los países en los que en los próximos años podrían contar con nuevas instalaciones de Wavegarden, las primeras de las cuales podrían estar abiertas a finales de 2018, lo que permitirá a la compañía entrar en beneficios un año después.
En estos momentos, la firma vasca, con doce años de experiencia y una plantilla de 40 empleados la mayoría de ellos practicantes de surf, mira desde la cresta de la ola al resto de sus competidores, el más avanzado de los cuales es el surfista estadounidense once veces campeón del mundo, Kelly Slater, si bien su tecnología, parecida, según Firsch, a la del modelo "Lagoon", no cuenta aún con ninguna instalación abierta al público.
La portavoz de Wavegarden se muestra convencida de que, cuando los primeros parques con la tecnología "Cove" se abran al público, la firma guipuzcoana recibirá "una avalancha" de pedidos, que puede verse incrementada además si, tras los juegos de Tokio, el surf sigue manteniéndose como disciplina olímpica.
Si esta disciplina tiene éxito en Japón, es posible que cada país quiera tener su propio equipo olímpico de surf, aunque muchos de ellos no tienen costa por lo que "necesitarán una instalación como la nuestra para empezar", comenta Firsch, quien no descarta que en un futuro no muy lejano "algún campeón del mundo pueda proceder de un sitio sin mar".
Esta es la respuesta de Wavegarden, por lo menos a mi me lo parece, a la competición en el rancho de olas de Kelly Slater.
Según explica a EFE la alemana Karin Frisch, cofundadora y responsable de marketing de Wavegarden, la compañía guipuzcoana trabaja ya con una serie de inversores privados en el país del sol naciente teniendo en cuenta que en el mes de agosto, cuando están previstas las pruebas de surf, "hay bastantes probabilidades de que no haya olas".
"Los organizadores cuentan con una ventana de catorce días en los que pueden tener suerte o no, aunque es un poco arriesgado", explica Frisch. Ante esta tesitura, su compañía ha empezado a trabajar "en paralelo" con unos inversores privados para la construcción de una de sus novedosas instalaciones de olas artificiales en las proximidades de Tokio a la que se podría recurrir en caso de ausencia de ondas en las playas niponas.
No obstante, la representante de Wavegarden aclara que, aunque finalmente su instalación no sea necesaria para los Juegos Olímpicos, el proyecto seguirá su andadura al igual que los que tiene programados por todo el mundo, porque Tokio "es un lugar muy interesante" para este tipo de negocio y "puede ser perfectamente rentable" por sí mismo.
De hecho, el proyecto ya "está avanzado" aunque aún no ha comenzado su construcción porque se trata de "un proceso bastante largo en todos los países debido a la necesidad de permisos y la importancia de encontrar un terreno adecuado".
La tecnología "Cove" se basa en un "sistema modular muy avanzado que imita el movimiento de las partículas en el agua y que genera la ola sin ningún elemento que se desplace por el agua". "Son varios paneles que se mueven de una forma específica, controlado por un software para crear la ola", describe Frisch.
Sus principales ventajas son una frecuencia "mucho más alta" que la versión anterior, porque puede generar "hasta mil olas a la hora" y la "flexibilidad" pues "con un único botón se pueden modificar las características de las ondas para hacer olas con tubo, de dos metros, u olas fáciles para principiantes", aclara la experta.
Además, el "Cove" precisa menos espacio que el "Lagoon", algo que resulta interesante cuando, como comenta la representante de Wavegarden, "los terrenos atractivos están cerca de ciudades con mucha población, donde el precio del suelo es muy caro".
Hasta el momento la cartera de proyectos de la empresa cuenta con una veintena de instalaciones, cada una de las cuales podría rondar los 14 millones de euros y, además de una laguna, albergarán vestuarios, aparcamientos, tiendas, escuelas de surf, gimnasios, restaurantes, pistas de skate y todos los equipamientos relacionados con la práctica de este deporte.
Chile, Argentina, Estados Unidos, Marruecos, Gran Bretaña, Alemania, Dubái, Australia, Japón y, por supuesto, España, son los países en los que en los próximos años podrían contar con nuevas instalaciones de Wavegarden, las primeras de las cuales podrían estar abiertas a finales de 2018, lo que permitirá a la compañía entrar en beneficios un año después.
En estos momentos, la firma vasca, con doce años de experiencia y una plantilla de 40 empleados la mayoría de ellos practicantes de surf, mira desde la cresta de la ola al resto de sus competidores, el más avanzado de los cuales es el surfista estadounidense once veces campeón del mundo, Kelly Slater, si bien su tecnología, parecida, según Firsch, a la del modelo "Lagoon", no cuenta aún con ninguna instalación abierta al público.
La portavoz de Wavegarden se muestra convencida de que, cuando los primeros parques con la tecnología "Cove" se abran al público, la firma guipuzcoana recibirá "una avalancha" de pedidos, que puede verse incrementada además si, tras los juegos de Tokio, el surf sigue manteniéndose como disciplina olímpica.
Si esta disciplina tiene éxito en Japón, es posible que cada país quiera tener su propio equipo olímpico de surf, aunque muchos de ellos no tienen costa por lo que "necesitarán una instalación como la nuestra para empezar", comenta Firsch, quien no descarta que en un futuro no muy lejano "algún campeón del mundo pueda proceder de un sitio sin mar".
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