Natxo e Indar en Mullaghmore
En febrero de este año Natxo Gonzalez e Indar Unanue viajaron a Irlanda buscando aprovechar uno de los mejores swells de la temporada.
No imaginó cómo será enfrentrarse a las gigantescas olas de Mullaghmore en un helador y oscuro día de febrero, con el agua a 7ºC, en un lugar como ese.
Todo se remonta a cuatro años atrás cuando Natxo e Indar Unanue establecieron toma de contacto con Irlanda “cogimos muy buenas olas. No fue un swell increíble, pero pudimos ver los lugares donde estaban las olas y las direcciones de mar y viento que necesitaban para cuando se diese la ocasión, no fallar” comenta Natxo.
Mientras tanto, durante este tiempo nos han deleitado con edits míticos en México, Indonesia, Islandia y otras cuantas aventuras… pero, Mullaghmore, la versión gélida de la Teahupoo tahitiana, se les resistía.
Un día cualquiera del pasado febrero, las condiciones indicaban que por fin podía darse una marejada perfecta. Entraba un swell grande al Atlántico norte, así que, Natxo e Indar, acompañados por Jon Aspuru, Pacotwo y sus respectivas cámaras, pusieron rumbo al reino de las pintas para enfrentarse a la bestia del castillo, e intentar domarla.
Preparados con un buen equipo (gorro, guantes, escarpines y trajes de seis milímetros) para unas duras condiciones: aguas a 7ºC y un cortante viento de 1ºC en las que el frío les entraba hasta los huesos, parece que no fue freno para hacerse con ella.
Cinco días non-stop de ocho horas en el agua, conducir mucho, dormir poco y en los que todas las olas funcionaron, aunque Natxo se centró en surfear su gran objetivo: la izquierda de Mullaghmore, que rompe sobre una plataforma de piedra. Con el cambio de profundidad y con el Océano Atlántico entrando de lleno, se produce un tubo gigante y muy agresivo que apenas cubre “es la ola más heavy que he visto nunca. Muy punky. Creo que llegaron a venir series de hasta 8 metros de altura”, confiesa Natxo.
A pesar de la reventada, el parte cambió a final de la semana y como el sur pintaba impresionante, decidieron ir para allá y apuntarse también la derecha de Aliens “increíble con muy poca gente y perfecto. ¡Llegaron a romper olas de 4 a 5 metros de altura!”, añade Natxo.
Adrenalina en estado puro en los que se enfrentaron a bajadas in extremis, un tubazo detrás de otro y las rocas que se dejan ver en toda la línea del bowl. “Hubo buenas cazadas y me comí los peores wipeouts de toda mi vida, pero sabíamos a lo que nos enfrentábamos, sobre todo queriendo surfear a paddle, ya que esa ola siempre se coge con moto de agua” matiza.
Un buen trabajo en equipo que sólo fue posible con el apoyo de los tamañeros locales entre los que se encontraban Patrick Wilson, Tom Lowe y Conor Maguire junto con el surfer internacional William Skudin, que les dieron consejos tras su experiencia, ayudaron con la estructura de las motos de agua y contaban con un equipo de primeros auxilios con todo el instrumental completo. “Todo el mundo miro para todos. No hubo rivalidad y todos nos animamos y ayudamos entre nosotros. Sin toda la infraestructura habríamos estado vendidos ya que las motos de agua nos salvaron el pellejo un par de veces“, cuenta.
I R E L A N D, “uno de esos viajes que quedan en la retina. Olas que pocas veces se ven romper, gente agradable y cerveza de la buena para brindar cada día... ¿Qué más se puede pedir?”, concluye.
No imaginó cómo será enfrentrarse a las gigantescas olas de Mullaghmore en un helador y oscuro día de febrero, con el agua a 7ºC, en un lugar como ese.
Todo se remonta a cuatro años atrás cuando Natxo e Indar Unanue establecieron toma de contacto con Irlanda “cogimos muy buenas olas. No fue un swell increíble, pero pudimos ver los lugares donde estaban las olas y las direcciones de mar y viento que necesitaban para cuando se diese la ocasión, no fallar” comenta Natxo.
Mientras tanto, durante este tiempo nos han deleitado con edits míticos en México, Indonesia, Islandia y otras cuantas aventuras… pero, Mullaghmore, la versión gélida de la Teahupoo tahitiana, se les resistía.
Un día cualquiera del pasado febrero, las condiciones indicaban que por fin podía darse una marejada perfecta. Entraba un swell grande al Atlántico norte, así que, Natxo e Indar, acompañados por Jon Aspuru, Pacotwo y sus respectivas cámaras, pusieron rumbo al reino de las pintas para enfrentarse a la bestia del castillo, e intentar domarla.
Preparados con un buen equipo (gorro, guantes, escarpines y trajes de seis milímetros) para unas duras condiciones: aguas a 7ºC y un cortante viento de 1ºC en las que el frío les entraba hasta los huesos, parece que no fue freno para hacerse con ella.
Cinco días non-stop de ocho horas en el agua, conducir mucho, dormir poco y en los que todas las olas funcionaron, aunque Natxo se centró en surfear su gran objetivo: la izquierda de Mullaghmore, que rompe sobre una plataforma de piedra. Con el cambio de profundidad y con el Océano Atlántico entrando de lleno, se produce un tubo gigante y muy agresivo que apenas cubre “es la ola más heavy que he visto nunca. Muy punky. Creo que llegaron a venir series de hasta 8 metros de altura”, confiesa Natxo.
A pesar de la reventada, el parte cambió a final de la semana y como el sur pintaba impresionante, decidieron ir para allá y apuntarse también la derecha de Aliens “increíble con muy poca gente y perfecto. ¡Llegaron a romper olas de 4 a 5 metros de altura!”, añade Natxo.
Adrenalina en estado puro en los que se enfrentaron a bajadas in extremis, un tubazo detrás de otro y las rocas que se dejan ver en toda la línea del bowl. “Hubo buenas cazadas y me comí los peores wipeouts de toda mi vida, pero sabíamos a lo que nos enfrentábamos, sobre todo queriendo surfear a paddle, ya que esa ola siempre se coge con moto de agua” matiza.
Un buen trabajo en equipo que sólo fue posible con el apoyo de los tamañeros locales entre los que se encontraban Patrick Wilson, Tom Lowe y Conor Maguire junto con el surfer internacional William Skudin, que les dieron consejos tras su experiencia, ayudaron con la estructura de las motos de agua y contaban con un equipo de primeros auxilios con todo el instrumental completo. “Todo el mundo miro para todos. No hubo rivalidad y todos nos animamos y ayudamos entre nosotros. Sin toda la infraestructura habríamos estado vendidos ya que las motos de agua nos salvaron el pellejo un par de veces“, cuenta.
I R E L A N D, “uno de esos viajes que quedan en la retina. Olas que pocas veces se ven romper, gente agradable y cerveza de la buena para brindar cada día... ¿Qué más se puede pedir?”, concluye.
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