Luchando contra las olas durante tres horas
Increible el relato del fotógrafo santanderino Paco Sánchez hace al Diario Montañes sobre su aventura el pasado lunes, cuando una corriente le sacó de la Magdalena mientras sacaba fotos sobre su boggie. Sánchez estuvo casi tres horas luchando contra las olas gigantes hasta salir por la playa de Somo.
Olas de diez metros rompen contra Mouro y ascienden triplicando la altura del faro. Una estampa bellísima para observarla desde la costa, pero que a ras de agua, con un neopreno y unas aletas a escasos cien metros de la roca, se convierte en lo más parecido a encontrarse en el mismo infierno. Esa es la historia que vivió el santanderino Paco Fernández el pasado martes, cuando fue arrastrado por el agua desde la playa de La Magdalena hasta Mouro y, desde allí, consiguió llegar hasta la playa de Somo. Casi tres horas de travesía con olas de hasta diez metros cayéndole encima continuamente y, al final, el ingreso en Valdecilla, donde permanece en observación a la espera de que le den el alta.
Como amante del mar y de la fotografía, no era la primera vez que Paco Fernández se adentraba durante un temporal en la bahía de Santander hasta alcanzar la zona de la isla de la Torre, para captar desde allí el impacto de las grandes olas contra la isla de Mouro y los acantilados de la península la Magdalena. Pero esta vez una corriente le cogió desprevenido cuando flotaba sobre su "paipo" a la altura del islote de la Horadada y le arrastró rápidamente mar adentro. La marea estaba acabando de bajar y comprendió que la fuerte corriente hacia imposible el regreso.
“Mi idea era ir a la Horadada y allí dar la vuelta. Me quedé allí sentado y de repente vino una corriente y en cosa de segundos me sacó metros y metros hacia fuera, y ya vi que era imposible volver. Me dejé llevar porque es lo que hay que hacer. Pero al ver que me llevaba hacia la costa tiré a nadar hacia el centro otra vez y fue cuando llegué casi hasta la isla de Mouro”.
Cualquiera que haya visto fotografías de las olas impactando con Mouro podrá hacerse una mínima idea del escenario en que se encontraba Paco Sánchez.
“Llegué hasta muy cerca de la isla. Intentaba cubrirme en la zona que da la espalda a donde golpean las olas, pero tenía que tener mucho cuidado para no acercarme demasiado porque el agua que caía me podía aplastar. Allí estuve un buen rato mirando a ver por dónde podía salir. En ese momento vi que ya empezaba a subir la marea, y entonces decidí tirar hacia Somo. Eso fue lo que me salvó, la templanza que tuve. Sabía que las olas que van hacia Somo cuando hay mar fuerte van sesgadas hacia la zona del pueblo, y entonces decidí que por allí, porque por muy fuertes que llegaran las olas era la única oportunidad que tenía”.
Somo, la salvación
Hasta ese momento las olas le habían estado golpeando una y otra vez, sumergiéndole varios metros y volviéndole a sumergir en cuanto emergía: “Mientras iba nadando tenía que ir mirando siempre para atrás para controlar cada ola que venía. En algunas, cuando las veía llegar, pensaba “ésta es la última” porque es que no veía el cielo, me lo tapaban.” Olas de hasta diez metros que le cogieron sistemáticamente : “Me caían encima, me golpeaban y era como si me partieran la espalda. Me revolcaba cinco o seis metros hacia abajo y yo en cuanto podía iba para arriba. Y así una y otra vez. Fueron incontables. En el trayecto de Somo me pudieron dar más de 50, 60, 70 olas. Tengo la espalda destrozada”.
Si la zona de Mouro era “infernal”, con las olas cayendo como obuses, “las que me cogieron cuando iba para Somo, eso ya eran tsunamis”. El Palacio de la Magdalena quedaba ya muy lejos, en Mouro no había alivio y, aunque Somo estaba a varios kilómetros a nado, Paco Sánchez decidió que era la única opción viable.
“Había momentos en los que solo veía un pedazo de cielo porque las olas me cerraban por todas partes y no veía salida, momentos en los que perdí el norte, allí metido en medio de todo no sabía para dónde tirar. Entonces conseguí ver otra vez la zona de los chalets de Somo y volví a tirar.”
Tardó más de una hora en conseguir acercarse a la playa de Somo: “Cuando ya estaba más cerca de Somo estuve a punto de tirar la toalla tres veces, fueron los peores momentos. Cada vez que me golpeaba una ola era como si me partiera la espalda, porque primero me golpeaba y después todas las toneladas de agua que caían me metían para abajo. Fue así todo el camino hasta que llegue a la zona de Somo. Entonces empecé a vomitar porque ya me estaba empezando a pegar el frío y la pájara”.
Aunque ya no podía más, sacó fuerzas de flaqueza para conseguir alcanzar la playa. Mientras tanto, la lancha de la Guardia Civil había intentado acercarse a la zona sin conseguirlo: “Por lo visto, como la Guardia Civil no podía entrar porque las olas eran increíbles, llamaron al 112, que llegó rápidamente, pero yo ya había salido y estaba en la arena. Cuando me recogieron estaba ya con principio de hipotermia y exhausto, no podía ni con los brazos”.
Paco Sánchez alcanzó la playa de Somo con los últimos ápices de energía. Tenía la cara y las manos moradas del frío, éstas últimas además muy hinchadas por los golpes contra el agua. Su neopreno y los escarpines estaban destrozados. Pero él había salvado la vida.: “Lo que he vivido me ha enseñado que me he salvado gracias a la experiencia, a que conozco muy bien la zona, que llevaba las aletas y no perdí ninguna y no sé, la verdad es que además de todo eso no sé por qué me salvé. Por instinto, supongo”.
Más información: "Caían olas de 10 metros y pensaba que cada una era la última"
Foto: Diario Montañés
"Caían olas de 10 metros y pensaba que cada una era la última"
Olas de diez metros rompen contra Mouro y ascienden triplicando la altura del faro. Una estampa bellísima para observarla desde la costa, pero que a ras de agua, con un neopreno y unas aletas a escasos cien metros de la roca, se convierte en lo más parecido a encontrarse en el mismo infierno. Esa es la historia que vivió el santanderino Paco Fernández el pasado martes, cuando fue arrastrado por el agua desde la playa de La Magdalena hasta Mouro y, desde allí, consiguió llegar hasta la playa de Somo. Casi tres horas de travesía con olas de hasta diez metros cayéndole encima continuamente y, al final, el ingreso en Valdecilla, donde permanece en observación a la espera de que le den el alta.
Como amante del mar y de la fotografía, no era la primera vez que Paco Fernández se adentraba durante un temporal en la bahía de Santander hasta alcanzar la zona de la isla de la Torre, para captar desde allí el impacto de las grandes olas contra la isla de Mouro y los acantilados de la península la Magdalena. Pero esta vez una corriente le cogió desprevenido cuando flotaba sobre su "paipo" a la altura del islote de la Horadada y le arrastró rápidamente mar adentro. La marea estaba acabando de bajar y comprendió que la fuerte corriente hacia imposible el regreso.
“Mi idea era ir a la Horadada y allí dar la vuelta. Me quedé allí sentado y de repente vino una corriente y en cosa de segundos me sacó metros y metros hacia fuera, y ya vi que era imposible volver. Me dejé llevar porque es lo que hay que hacer. Pero al ver que me llevaba hacia la costa tiré a nadar hacia el centro otra vez y fue cuando llegué casi hasta la isla de Mouro”.
Cualquiera que haya visto fotografías de las olas impactando con Mouro podrá hacerse una mínima idea del escenario en que se encontraba Paco Sánchez.
“Llegué hasta muy cerca de la isla. Intentaba cubrirme en la zona que da la espalda a donde golpean las olas, pero tenía que tener mucho cuidado para no acercarme demasiado porque el agua que caía me podía aplastar. Allí estuve un buen rato mirando a ver por dónde podía salir. En ese momento vi que ya empezaba a subir la marea, y entonces decidí tirar hacia Somo. Eso fue lo que me salvó, la templanza que tuve. Sabía que las olas que van hacia Somo cuando hay mar fuerte van sesgadas hacia la zona del pueblo, y entonces decidí que por allí, porque por muy fuertes que llegaran las olas era la única oportunidad que tenía”.
Somo, la salvación
Hasta ese momento las olas le habían estado golpeando una y otra vez, sumergiéndole varios metros y volviéndole a sumergir en cuanto emergía: “Mientras iba nadando tenía que ir mirando siempre para atrás para controlar cada ola que venía. En algunas, cuando las veía llegar, pensaba “ésta es la última” porque es que no veía el cielo, me lo tapaban.” Olas de hasta diez metros que le cogieron sistemáticamente : “Me caían encima, me golpeaban y era como si me partieran la espalda. Me revolcaba cinco o seis metros hacia abajo y yo en cuanto podía iba para arriba. Y así una y otra vez. Fueron incontables. En el trayecto de Somo me pudieron dar más de 50, 60, 70 olas. Tengo la espalda destrozada”.
Si la zona de Mouro era “infernal”, con las olas cayendo como obuses, “las que me cogieron cuando iba para Somo, eso ya eran tsunamis”. El Palacio de la Magdalena quedaba ya muy lejos, en Mouro no había alivio y, aunque Somo estaba a varios kilómetros a nado, Paco Sánchez decidió que era la única opción viable.
“Había momentos en los que solo veía un pedazo de cielo porque las olas me cerraban por todas partes y no veía salida, momentos en los que perdí el norte, allí metido en medio de todo no sabía para dónde tirar. Entonces conseguí ver otra vez la zona de los chalets de Somo y volví a tirar.”
Tardó más de una hora en conseguir acercarse a la playa de Somo: “Cuando ya estaba más cerca de Somo estuve a punto de tirar la toalla tres veces, fueron los peores momentos. Cada vez que me golpeaba una ola era como si me partiera la espalda, porque primero me golpeaba y después todas las toneladas de agua que caían me metían para abajo. Fue así todo el camino hasta que llegue a la zona de Somo. Entonces empecé a vomitar porque ya me estaba empezando a pegar el frío y la pájara”.
Aunque ya no podía más, sacó fuerzas de flaqueza para conseguir alcanzar la playa. Mientras tanto, la lancha de la Guardia Civil había intentado acercarse a la zona sin conseguirlo: “Por lo visto, como la Guardia Civil no podía entrar porque las olas eran increíbles, llamaron al 112, que llegó rápidamente, pero yo ya había salido y estaba en la arena. Cuando me recogieron estaba ya con principio de hipotermia y exhausto, no podía ni con los brazos”.
Paco Sánchez alcanzó la playa de Somo con los últimos ápices de energía. Tenía la cara y las manos moradas del frío, éstas últimas además muy hinchadas por los golpes contra el agua. Su neopreno y los escarpines estaban destrozados. Pero él había salvado la vida.: “Lo que he vivido me ha enseñado que me he salvado gracias a la experiencia, a que conozco muy bien la zona, que llevaba las aletas y no perdí ninguna y no sé, la verdad es que además de todo eso no sé por qué me salvé. Por instinto, supongo”.
Más información: "Caían olas de 10 metros y pensaba que cada una era la última"
Foto: Diario Montañés
No hay comentarios:
Anímate a participar en Surf 30, pero siempre con respeto.
* Los comentarios reflejan solo las opiniones de los lectores.
* No se aceptarán comentarios que puedan ser considerados difamatorios, injuriantes, de mal gusto o contrarios a las leyes.
* No se aceptarán comentarios con contenido racista, sexista, homófobo o que puedan interpretarse como un ataque hacia cualquier colectivo o minoría por su nacionalidad, el sexo, la religión, la edad o cualquier tipo de discapacidad física o mental.
* Los comentarios no podrán incluir amenazas, insultos, ni ataques personales.
Se eliminarán aquellos comentarios que estén claramente fuera del tema de discusión, que sean publicados varias veces de manera repetitiva (spam) o que incluyan enlaces publicitarios.
Si tienes alguna duda, consulta a surf30@gmail.com