Los socorristas del North Shore
El New York Times ha publicado hoy un interesante artículo sobre la labor de los socorristas en la costa norte de Oahu, desde Rocky Point a Pipeline, un trabajo peligroso, mal pagado, en el que la vocación es casi obligatoria. Aquí os dejo la traducción.
Las olas son fieras, pero nosotros también
El anochecer enmascara las olas que se aproximan a Banzai Pipeline, en la costa norte de Oahu, y se levantan cinco metros antes de golpear contra el arrecife. A la deriva entre las corrientes y el espumoso mar estaba un fotógrafo, agotado de luchar contra las implacables olas, luchando por su vida.
Adam Lerner, un socorrista de la costa norte, estaba terminando un largo turno cuando distinguió la sombra de un cuerpo que estaba siendo arrastrado como si fuera un madero en la rompiente de Pipeline.
Con olas demasiado grandes para coger su tabla de rescate, Lerner se lanzó con su boya al mar, y esperó a que el mar se calmase un poco antes de sumergirse.
Lerner consiguió llegar hasta el fotógrafo, no sin antes "ser golpeado por unas cuantas olas en la cabeza". Los dos lucharon contra la corriente mientras la noche se iba haciendo cada vez más oscura. Con un poco de suerte consiguieron salir del agua, jadeando, y agradeciendo estar en tierra firme.
"Estaba flotando literalmente en un mar con olas de entre cinco y seis metros, en medio de la noche, con este extraño", comentaba Lerner.
Cuando llegaron a la orilla, "uno se fue para un lado y el otro para otro", Lerner añadió, riendo para sí mismo.
Así son las cosas para los socorristas de la costa norte del Ocean Safety and Lifeguard Services Division de Oahu, un grupo de 42 trabajadores a tiempo completo con la tarea de patrullar uno de los tramos más peligrosos de playa del mundo. Llamada el Seven Mile Miracle, la costa norte de Oahu atrae tanto a surfistas profesionales y nadadores aficionados jugar con las gigantescas olas que rompen con frecuencia en invierno.. En 2013, los socorristas realizaron más de 1.000 rescates y atenciones médicas en el North Shore.
Las funciones del departamento son tan variadas como las olas aquí, y la patrulla ha ido evolucionado desde unos pocos socorristas errantes porla playa con una boya en la mano en la década de 1960, a un sistema escalonado, rol específico con siete torres de vigilancia con personal, cuatro unidades móviles y dos motos acuáticas de rescate, que patrullan la costa norte.
Cada socorrista tiene un rango y una tarea en el equipo, similar a la estructura de un departamento de bomberos. Hay quienes patrullan la playa en vehículos todo terreno, otros que están en la torre de vigilancia, y otros capaces nadar entre las olas y corrientes, realizando salvamentos tan solo con una tabla o una boya. Los más experimentados son los que conducen las motos de agua, unas máquinas de casi 500 kilos con trineos conectados en la parte de atrás.
A pesar de estos avances modernos, el trabajo sigue siendo un desafío casi constante. Los salvavidas deben luchar en el océano contra una fuerza mucho mayor que cualquier tecnología
"Te garantizo que nadie se plantea ser socorrista toda su carrera", comenta Mark Dombroski, de 60 años, que, con más de tres décadas de servicio, parece ser una contradicción con sus propias palabras
Destaca que son muchas horas, muchos peligros, y un sueldo inferior al de bomberos y policías. Sin embargo, para algunos, es una vocación.
Casi la totalidad de los socorristas han pasado numerosas horas surfeando las olas del North Shore. La mayoría fueron arrastrados a este trabajo por su afición, y dándoles conocimientos sobre los peligros de cada pico.
En Banzai Pipeline, una de las más famosas olas en el mundo del surf, la belleza de las olas envuelve su peligro. Surfistas profesionales y lugareños se han roto costillas y piernas, y perdió trozos de carne en las rocas y arrecifes del fondo del mar.
En la bahía de Waimea, las marejadas pueden producir olas como muros lejos de la costa, y puede hacer caer a los surfistas y dejarlos dentro del agua durante minutos. Olas más pequeñas pueden producir corrientes peligrosas, incluso mortales, incluso para los espectadores.
Dombroski contó la historia de una pareja de universitarios que fueron barrido por una ola gigante mientras daban un paseo al atardecer en la playa de Ke Iki, justo al este de Waimea. El novio fue escupido de nuevo a la arena. La novia, en cambio, tomó una bocanada de aire antes de desaparecer para siempre.
"Tenía tan solo 19 años", dijo Dombroski. "No tenían ni idea de lo que les iba a pasar. Ni siquiera estaban nadando".
El trabajo tiene sus riesgos evidentes, e incluso cuando los socorristas lo hacen correctamente, las lesiones aparecen.
Una lesión frecuente para un piloto de motos es la luxación de hombro. Brendan Shea, un piloto de motos de agua durante 20 años, ha sufrido tres operaciones de hombro.
Para evitar lesiones y mantenerse en forma, los socorristas deben pasar un examen de aptitud física extenuante cada año, y de nuevo si están fuera de servicio durante más de 30 días. Tienen que correr por la playa 10 kilómetros, y nadar 1.000 metros en menos de 25 minutos. También tienen que remar para 400 metros en un longboard de rescate en menos de cuatro minutos. Luego, deben correr 10metros en la arena, nadar 100 metros de espalda y volver a correr de nuevo, todo en menos de tres minutos.
Muchos viven por una vida que comenzó con Eddie Aikau, el primer socorrista contratado para patrullar la costa norte, en 1968. Equipado con tan sólo un flotador de color naranja y un conocimiento sin igual de las pautas del mar, Aikau ayudó a manejar el caos en Waimea Bay. Cuentan que nadie se ahogó bajo la vigilancia de Aikau.
La frase "Eddie Would Go - en deferencia al acto final de Aikau, nadar solo en mar abierto para ayudar a los tripulantes de un barco volcado (que nunca fue visto de nuevo) - es seguida por muchos de los socorristas de la costa norte, incluyendo Dombroski, quien consiguió el trabajo a través de Aikau.
"Me trataron como un amigo o un hermano pequeño", dijo Dombroski de los otros socorristas.
Desde los días de Aikau, los socorristas y los surfistas de la costa norte se han entrelazado, incluso en el nivel más alto nivel de este deporte.
"Estos chicos son los mejores del mundo", dijo Mick Fanning, campeón del mundo de surf en 2013. "Cada vez estás ahí fuera sabes que te están vigilando tus espaldas."
Jamie O'Brien, un surfista profesional que se crió en la costa norte, aprendió muchas de sus lecciones sobre el océano de su padre, socorrista aquí durante 23 años.
John John Florence, que acabó tercero en la carrera por el título mundial de 2014, asegura que sin los socorristas el no habría llegado tan lejos hoy.
"En muchas ocasiones hubiera estado muy preocupado de surfear allí de no estar los socorristas", cmenta Florence, que también ha pasado su infancia surfeando en el North Shore, desde Rocky Point a Pipeline.
Algunos incluso han sido rescatados. Nathan Fletcher se rompió el fémur en Pipe en 2009 y fue rescatado por los socorristas.
Pero por todas las historias de grandes rescates, Jesse King, un socorrista de 28 años, cree que mantener a los bañistas lejos de los lugares de peligro es casi más importante que los salvamentos.
"Los días de mayor éxito son cuando no nos mojamos", comenta.
Hace no mucho, cuando olas de más de 8 metros rompían en Waimea, un grupo de turistas se acercó a la playa con manguitos rosas y flotadores
Al darse cuenta de los novatos, el guardia en la torre agarró el megáfono.
"Sólo quería recordar a la gente que acaba de llegar a la playa que no está permitido el baño sin aletas," alertó el vigilante.
Los turistas continuaron su marcha por la orilla ignorando los avisos sin prestar atención. El guardia se repitió a si mismo. Todavía no.
"¡Oye tu, el de los manguitos rosas" gritó el socorrista. Fue entonces cuando se pararon y dieron la vuelta.
"Hoy no".
Las olas son fieras, pero nosotros también
El anochecer enmascara las olas que se aproximan a Banzai Pipeline, en la costa norte de Oahu, y se levantan cinco metros antes de golpear contra el arrecife. A la deriva entre las corrientes y el espumoso mar estaba un fotógrafo, agotado de luchar contra las implacables olas, luchando por su vida.
Adam Lerner, un socorrista de la costa norte, estaba terminando un largo turno cuando distinguió la sombra de un cuerpo que estaba siendo arrastrado como si fuera un madero en la rompiente de Pipeline.
Con olas demasiado grandes para coger su tabla de rescate, Lerner se lanzó con su boya al mar, y esperó a que el mar se calmase un poco antes de sumergirse.
Lerner consiguió llegar hasta el fotógrafo, no sin antes "ser golpeado por unas cuantas olas en la cabeza". Los dos lucharon contra la corriente mientras la noche se iba haciendo cada vez más oscura. Con un poco de suerte consiguieron salir del agua, jadeando, y agradeciendo estar en tierra firme.
"Estaba flotando literalmente en un mar con olas de entre cinco y seis metros, en medio de la noche, con este extraño", comentaba Lerner.
Cuando llegaron a la orilla, "uno se fue para un lado y el otro para otro", Lerner añadió, riendo para sí mismo.
Así son las cosas para los socorristas de la costa norte del Ocean Safety and Lifeguard Services Division de Oahu, un grupo de 42 trabajadores a tiempo completo con la tarea de patrullar uno de los tramos más peligrosos de playa del mundo. Llamada el Seven Mile Miracle, la costa norte de Oahu atrae tanto a surfistas profesionales y nadadores aficionados jugar con las gigantescas olas que rompen con frecuencia en invierno.. En 2013, los socorristas realizaron más de 1.000 rescates y atenciones médicas en el North Shore.
Las funciones del departamento son tan variadas como las olas aquí, y la patrulla ha ido evolucionado desde unos pocos socorristas errantes porla playa con una boya en la mano en la década de 1960, a un sistema escalonado, rol específico con siete torres de vigilancia con personal, cuatro unidades móviles y dos motos acuáticas de rescate, que patrullan la costa norte.
Cada socorrista tiene un rango y una tarea en el equipo, similar a la estructura de un departamento de bomberos. Hay quienes patrullan la playa en vehículos todo terreno, otros que están en la torre de vigilancia, y otros capaces nadar entre las olas y corrientes, realizando salvamentos tan solo con una tabla o una boya. Los más experimentados son los que conducen las motos de agua, unas máquinas de casi 500 kilos con trineos conectados en la parte de atrás.
A pesar de estos avances modernos, el trabajo sigue siendo un desafío casi constante. Los salvavidas deben luchar en el océano contra una fuerza mucho mayor que cualquier tecnología
"Te garantizo que nadie se plantea ser socorrista toda su carrera", comenta Mark Dombroski, de 60 años, que, con más de tres décadas de servicio, parece ser una contradicción con sus propias palabras
Destaca que son muchas horas, muchos peligros, y un sueldo inferior al de bomberos y policías. Sin embargo, para algunos, es una vocación.
Casi la totalidad de los socorristas han pasado numerosas horas surfeando las olas del North Shore. La mayoría fueron arrastrados a este trabajo por su afición, y dándoles conocimientos sobre los peligros de cada pico.
En Banzai Pipeline, una de las más famosas olas en el mundo del surf, la belleza de las olas envuelve su peligro. Surfistas profesionales y lugareños se han roto costillas y piernas, y perdió trozos de carne en las rocas y arrecifes del fondo del mar.
En la bahía de Waimea, las marejadas pueden producir olas como muros lejos de la costa, y puede hacer caer a los surfistas y dejarlos dentro del agua durante minutos. Olas más pequeñas pueden producir corrientes peligrosas, incluso mortales, incluso para los espectadores.
Dombroski contó la historia de una pareja de universitarios que fueron barrido por una ola gigante mientras daban un paseo al atardecer en la playa de Ke Iki, justo al este de Waimea. El novio fue escupido de nuevo a la arena. La novia, en cambio, tomó una bocanada de aire antes de desaparecer para siempre.
"Tenía tan solo 19 años", dijo Dombroski. "No tenían ni idea de lo que les iba a pasar. Ni siquiera estaban nadando".
El trabajo tiene sus riesgos evidentes, e incluso cuando los socorristas lo hacen correctamente, las lesiones aparecen.
Una lesión frecuente para un piloto de motos es la luxación de hombro. Brendan Shea, un piloto de motos de agua durante 20 años, ha sufrido tres operaciones de hombro.
Para evitar lesiones y mantenerse en forma, los socorristas deben pasar un examen de aptitud física extenuante cada año, y de nuevo si están fuera de servicio durante más de 30 días. Tienen que correr por la playa 10 kilómetros, y nadar 1.000 metros en menos de 25 minutos. También tienen que remar para 400 metros en un longboard de rescate en menos de cuatro minutos. Luego, deben correr 10metros en la arena, nadar 100 metros de espalda y volver a correr de nuevo, todo en menos de tres minutos.
Muchos viven por una vida que comenzó con Eddie Aikau, el primer socorrista contratado para patrullar la costa norte, en 1968. Equipado con tan sólo un flotador de color naranja y un conocimiento sin igual de las pautas del mar, Aikau ayudó a manejar el caos en Waimea Bay. Cuentan que nadie se ahogó bajo la vigilancia de Aikau.
La frase "Eddie Would Go - en deferencia al acto final de Aikau, nadar solo en mar abierto para ayudar a los tripulantes de un barco volcado (que nunca fue visto de nuevo) - es seguida por muchos de los socorristas de la costa norte, incluyendo Dombroski, quien consiguió el trabajo a través de Aikau.
"Me trataron como un amigo o un hermano pequeño", dijo Dombroski de los otros socorristas.
Desde los días de Aikau, los socorristas y los surfistas de la costa norte se han entrelazado, incluso en el nivel más alto nivel de este deporte.
"Estos chicos son los mejores del mundo", dijo Mick Fanning, campeón del mundo de surf en 2013. "Cada vez estás ahí fuera sabes que te están vigilando tus espaldas."
Jamie O'Brien, un surfista profesional que se crió en la costa norte, aprendió muchas de sus lecciones sobre el océano de su padre, socorrista aquí durante 23 años.
John John Florence, que acabó tercero en la carrera por el título mundial de 2014, asegura que sin los socorristas el no habría llegado tan lejos hoy.
"En muchas ocasiones hubiera estado muy preocupado de surfear allí de no estar los socorristas", cmenta Florence, que también ha pasado su infancia surfeando en el North Shore, desde Rocky Point a Pipeline.
Algunos incluso han sido rescatados. Nathan Fletcher se rompió el fémur en Pipe en 2009 y fue rescatado por los socorristas.
Pero por todas las historias de grandes rescates, Jesse King, un socorrista de 28 años, cree que mantener a los bañistas lejos de los lugares de peligro es casi más importante que los salvamentos.
"Los días de mayor éxito son cuando no nos mojamos", comenta.
Hace no mucho, cuando olas de más de 8 metros rompían en Waimea, un grupo de turistas se acercó a la playa con manguitos rosas y flotadores
Al darse cuenta de los novatos, el guardia en la torre agarró el megáfono.
"Sólo quería recordar a la gente que acaba de llegar a la playa que no está permitido el baño sin aletas," alertó el vigilante.
Los turistas continuaron su marcha por la orilla ignorando los avisos sin prestar atención. El guardia se repitió a si mismo. Todavía no.
"¡Oye tu, el de los manguitos rosas" gritó el socorrista. Fue entonces cuando se pararon y dieron la vuelta.
"Hoy no".
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