El ocaso de los arrecifes artificiales
Hasta no hace mucho tiempo autoridades locales de todo el mundo soltaban millones de euros para generar arrecifes artificiales que convirtieran sus humildes rompientes en picos de clase mundial. Era la época del dispendio y la generosidad con el dinero de los contribuyentes. Se hicieron en Australia, Nueva Zelanda, Inglaterra, e incluso en las Islas Canarias se proyectaron en San Cristóbal y El Rincón, aunque creo que no se realizaron.
"Se puede ofrecer a los amantes de este deporte mayores posibilidades de manera que no tengan que estar peleándose por dos o tres olas", llegó a decir el director general de Costas del Ministerio de Medio Ambiente.
Pronto se dieron cuenta que esas olas idílicas que flotaban en la mente de sus creadores no eran más que muñones que aparecían y desaparecían al antojo del mar, creando corrientes peligrosas y agujeros en los bolsillos de los contribuyentes. En el 2001 el arrecife de Boscombe, en Dorset, Inglaterra, fue declarado inseguro y cerrado al público después de haber gastado 3,2 millones de libras. Otros fueron olvidados sin más. Ahora, el arrecife de Mount Maunganui, en Nueva Zelanda, también va a ser desmantelado; no es seguro para los bañistas y no ofrece las condiciones prometidas para los surfistas. 1,5 millones de dólares tirados a la basura.
La tecnología y la innovación andan siempre dos pasos y retroceden uno. Se va abandonando la idea de modificar el entorno natural para concentrase en lugares más fáciles de controlar y constuir. El futuro y casi presente son las piscinas de olas, las olas artificiales tipo Wavegarden. Los arrecifes artificiales el pasado.
"Se puede ofrecer a los amantes de este deporte mayores posibilidades de manera que no tengan que estar peleándose por dos o tres olas", llegó a decir el director general de Costas del Ministerio de Medio Ambiente.
Pronto se dieron cuenta que esas olas idílicas que flotaban en la mente de sus creadores no eran más que muñones que aparecían y desaparecían al antojo del mar, creando corrientes peligrosas y agujeros en los bolsillos de los contribuyentes. En el 2001 el arrecife de Boscombe, en Dorset, Inglaterra, fue declarado inseguro y cerrado al público después de haber gastado 3,2 millones de libras. Otros fueron olvidados sin más. Ahora, el arrecife de Mount Maunganui, en Nueva Zelanda, también va a ser desmantelado; no es seguro para los bañistas y no ofrece las condiciones prometidas para los surfistas. 1,5 millones de dólares tirados a la basura.
La tecnología y la innovación andan siempre dos pasos y retroceden uno. Se va abandonando la idea de modificar el entorno natural para concentrase en lugares más fáciles de controlar y constuir. El futuro y casi presente son las piscinas de olas, las olas artificiales tipo Wavegarden. Los arrecifes artificiales el pasado.
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