Un cazador de olas gigantes en Asturias
T. Cascudo, periodista de La Nueva España, dedica este interesante artículo a Tony Butt, surfista, oceanógrafo, y buscador de olas.
"Si tienes la suerte de tener algún tipo de actividad que te guste tanto hacer que ocupa la mayor parte de tu tiempo y energía, se podría decir que tu vida tiene un propósito, un significado". La frase es del Doctor en Oceanografía Física y surfista Tony Butt (Bournemouth, Inglaterra, 1961), quien encuentra dicha razón para vivir en el surf y, en especial, en la búsqueda y estudio de olas gigantes. Aunque se considera ciudadano del mundo, lo cierto es que desde hace seis años pasa largas estancias en La Caridad (El Franco), punto de partida de sus largos viajes por el mundo en busca de olas especiales.
Se inició en el mundo del surf a principios de los setenta, en las aguas del Canal de la Mancha que bañan la costa inglesa. Aquel niño enamorado del mar decidió con los años ampliar horizontes y comenzó a recorrer mundo en busca de otros mares y océanos. Fue así como en los noventa descubrió la costa cantábrica y se sorprendió con el poco arraigo que el surf tenía en España. "En el ferry mirábamos los mapas del tiempo para decidir hacia dónde íbamos, porque entonces no había internet", explica.
Pero a Butt, que además de Doctor en Oceanografía es técnico electrónico, no le interesan las olas desde un punto de vista competitivo, sino que busca disfrutar de un momento único y de concentración máxima, un instante en el que el hombre está sólo frente a la ola. "Es como la caza de un animal de gran tamaño. Lo que te llena es tenerlo todo controlado, requiere la máxima concentración y lograrlo es el mejor premio. No me interesa la competitividad del surf, sino ese momento que es como un juego, que parece peligroso pero no lo es tanto", comenta. Y precisamente por eso, porque huye de la competitividad del surf, a Butt no le gustan los lugares plagados de surfistas sino más bien los espacios en los que poder enfrentarse al mar en solitario.
El proceso que lleva a conocer una ola en profundidad es, a juicio de Butt, parecido al de entablar una amistad. Horas de observación desde dentro y fuera del agua que permiten pulir la estrategia a la hora de enfrentarse a estos gigantes de agua. "La gente siempre va a por las olas más fotogénicas, pero a mi me gusta ir conociendo la ola poco a poco, como si fuera una persona, a veces tardo años en lograrlo", confiesa. Una de sus "íntimas" es la conocida como "Canouco": esta ola se produce en la costa occidental, aunque Butt prefiere reservarse el punto exacto. "Fui la primera persona en surfearla, hace ya diez años".
En su lista de olas predilectas también hay otra que se registra en el Oriente de Asturias y que se conoce como "La Verdad". "Sale pocas veces, porque hace falta mucho mar para que funcione", añade. Una vez al año viaja hasta Sudáfrica para encontrarse con la "Sunset Reef" y en el País Vasco se queda con la de Meñakoz . La costa vasca le apasiona aunque no se siente a gusto en esas playas abarrotadas de surfistas. Reconoce que en la costa asturgalaica -donde el surf sigue teniendo poco arraigo en comparación con el País Vasco- no hay una ola tan buena como la mítica de Mundaka, pero, a cambio, la zona alberga el potencial de lo desconocido: "Aquí hay olas sin descubrir, que aún no se han surfeado y eso es lo interesante. En el País Vasco es más fácil surfear olas buenas porque ya son conocidas". El viento cambiante de esta zona y los temporales de mar que descubren "buenos fondos de arena" aportan emoción a esa búsqueda incansable. "Hay que estar atento", precisa.
Butt se gana la vida como freelance, haciendo predicciones meteorológicas para diferentes páginas web a nivel internacional, dando cursos y escribiendo artículos. También ha escrito algunos libros, el más conocido "Surf Science", que editó en 2004. Pero su vida sobre todo es el surf y por eso sus días transcurren pendientes del teléfono y del tiempo, de cualquier indicador que diga que en algún lugar hay una ola que le espera.
"Si tienes la suerte de tener algún tipo de actividad que te guste tanto hacer que ocupa la mayor parte de tu tiempo y energía, se podría decir que tu vida tiene un propósito, un significado". La frase es del Doctor en Oceanografía Física y surfista Tony Butt (Bournemouth, Inglaterra, 1961), quien encuentra dicha razón para vivir en el surf y, en especial, en la búsqueda y estudio de olas gigantes. Aunque se considera ciudadano del mundo, lo cierto es que desde hace seis años pasa largas estancias en La Caridad (El Franco), punto de partida de sus largos viajes por el mundo en busca de olas especiales.
Se inició en el mundo del surf a principios de los setenta, en las aguas del Canal de la Mancha que bañan la costa inglesa. Aquel niño enamorado del mar decidió con los años ampliar horizontes y comenzó a recorrer mundo en busca de otros mares y océanos. Fue así como en los noventa descubrió la costa cantábrica y se sorprendió con el poco arraigo que el surf tenía en España. "En el ferry mirábamos los mapas del tiempo para decidir hacia dónde íbamos, porque entonces no había internet", explica.
Pero a Butt, que además de Doctor en Oceanografía es técnico electrónico, no le interesan las olas desde un punto de vista competitivo, sino que busca disfrutar de un momento único y de concentración máxima, un instante en el que el hombre está sólo frente a la ola. "Es como la caza de un animal de gran tamaño. Lo que te llena es tenerlo todo controlado, requiere la máxima concentración y lograrlo es el mejor premio. No me interesa la competitividad del surf, sino ese momento que es como un juego, que parece peligroso pero no lo es tanto", comenta. Y precisamente por eso, porque huye de la competitividad del surf, a Butt no le gustan los lugares plagados de surfistas sino más bien los espacios en los que poder enfrentarse al mar en solitario.
El proceso que lleva a conocer una ola en profundidad es, a juicio de Butt, parecido al de entablar una amistad. Horas de observación desde dentro y fuera del agua que permiten pulir la estrategia a la hora de enfrentarse a estos gigantes de agua. "La gente siempre va a por las olas más fotogénicas, pero a mi me gusta ir conociendo la ola poco a poco, como si fuera una persona, a veces tardo años en lograrlo", confiesa. Una de sus "íntimas" es la conocida como "Canouco": esta ola se produce en la costa occidental, aunque Butt prefiere reservarse el punto exacto. "Fui la primera persona en surfearla, hace ya diez años".
En su lista de olas predilectas también hay otra que se registra en el Oriente de Asturias y que se conoce como "La Verdad". "Sale pocas veces, porque hace falta mucho mar para que funcione", añade. Una vez al año viaja hasta Sudáfrica para encontrarse con la "Sunset Reef" y en el País Vasco se queda con la de Meñakoz . La costa vasca le apasiona aunque no se siente a gusto en esas playas abarrotadas de surfistas. Reconoce que en la costa asturgalaica -donde el surf sigue teniendo poco arraigo en comparación con el País Vasco- no hay una ola tan buena como la mítica de Mundaka, pero, a cambio, la zona alberga el potencial de lo desconocido: "Aquí hay olas sin descubrir, que aún no se han surfeado y eso es lo interesante. En el País Vasco es más fácil surfear olas buenas porque ya son conocidas". El viento cambiante de esta zona y los temporales de mar que descubren "buenos fondos de arena" aportan emoción a esa búsqueda incansable. "Hay que estar atento", precisa.
Butt se gana la vida como freelance, haciendo predicciones meteorológicas para diferentes páginas web a nivel internacional, dando cursos y escribiendo artículos. También ha escrito algunos libros, el más conocido "Surf Science", que editó en 2004. Pero su vida sobre todo es el surf y por eso sus días transcurren pendientes del teléfono y del tiempo, de cualquier indicador que diga que en algún lugar hay una ola que le espera.
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