Epicentro de colosos de agua

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El País en su edición del País Vasco ha dedicado una página entera a dos surfistas de olas grandes: Ibon Amatriain y Tony Butt.

No dejéis de leerlo porque dicen unas cuantas cosas muy interesantes.

Epicentro de colosos de agua


Las olas ejercen un potentísimo influjo. Sobre todo, las gigantes. Descender sobre una pared vertical de agua de ocho o diez metros se convierte en una gesta épica al alcance de unos pocos surfistas, aunque cada vez son más los que prueban y se enganchan. La soledad, la tranquilidad, dicen muchos de los rider, que acompaña el desafío de coger las olas que traen las marejadas invernales, huir de las masificaciones en el mar, son algunas de las principales razones que esgrimen para deslizarse, con gran riesgo, por olas de gran tamaño.

"Cuando comprobé que cuanto más grande eran las olas menos gente había supe donde quería estar", dice Ibon Amatriain, una leyenda local de las olas grandes. Este surfista zarauztarra, de 42 años, recorrió durante años la costa vasca en busca de sitios donde rompieran bien esas olas. Fueron muchas jornadas solo en el agua para probarlas y ponerlas en circulación. "Meterme solo al agua nunca ha sido un problema para mí, no podía depender de otros para surfear. Aunque con los años arriesgas menos y calibras más las consecuencias", reconoce Amatriain.

La costa vasca, junto con Iparralde, son el epicentro de olas gigantes para practicar surf de Europa. A diferencia del resto de la costa Cantábrica, donde también las hay de gran tamaño o incluso más, en Euskadi se dan mejores condiciones meteorológicas y geológicas para olas de muy buena calidad durante más días en invierno. Las condiciones de los fondos marinos, el estar más protegidos de los anticiclones y la ubicación con respecto a la altura de Irlanda del Norte donde se originan las principales borrascas que traen marejada al Cantábrico son algunos de los aspectos que propician este fenómeno de la naturaleza.

"Las condiciones ideales son que el temporal no te afecte donde estés, que haya calma local pero la borrasca tiene que darse a una distancia suficiente para que se ordenen las olas en línea y lleguen limpias a la costa", explica Pedro Liria, oceanógrafo de Azti-Tecnalia.

La génesis de una ola grande y limpia se da a miles de kilómetros de la costa. "El oleaje es la composición de diferentes ondas. La zona de generación es caótica. Cuando se propagan las olas salen de esa zona, se dispersan en velocidades diferentes", añade Liria.

La temporada de olas gigantes empieza en octubre y finaliza en marzo. En estos meses todas las miradas están puestas en lugares como Meñakoz, en Bizkaia, Rokaputa, Agiti y Playa Gris en Gipuzkoa o Gethary y Belharra en Iparralde. La mejor temporada de marejadas puede traer consigo como mucho 15 días óptimos para entrar al agua. Esto hace que se convierta en un bien preciadísimo para los especialistas. Las primeras olas que mandan las borrascas suelen ser las mejores porque son rápidas, tienen más fuerza y vienen limpias.

"Cuando consigues que se den todas las condiciones necesarias, vives con más intensidad el momento porque sabes que es difícil que se den esos días", explica Amatriain, que practica el towing (remolque) para coger olas de gran tamaño a partir de los diez metros.

Actualmente, la predicción de olas y vientos se hace prácticamente en tiempo real a través de diferentes web. Tony Butt, una de las personas que mejor conocen las corrientes del Cantábrico, es de la vieja escuela. Opina que las nuevas tecnologías permiten tener fácilmente información meteorológica pero se pierden conocimientos sobre el mar. "Es cómodo para la gente pero al final no se preocupan de saber los parámetros que dan forma al medio donde se mueven", señala.

Butt, oceanógrafo e investigador inglés, afincado en Asturias, lleva 40 años, de los 50 que tiene, cogiendo olas. Durante ocho años vivió en Sopelana atraído por la ola derecha de Meñakoz. Purista, respetado por todos los surfistas por su espíritu libre, Butt escarbó toda la costa asturiana a pie durante tres años buscando ese lugar ideal donde rompen las olas gigantes. "Tienes que estar mucho tiempo con una misma ola para conocerla bien. En Meñakoz ya no iba a aprender nada más y me marché para Asturias para buscar nuevos desafíos", cuenta por teléfono.

"Un estado de conciencia que te hace más vivo"

Amatriain siempre lo ha reconocido sin pudor; pasa miedo en el agua pero le compensa las sensaciones de paz, en la espera, y control que siente cuando coge una ola de más de siete metros, solo, en medio del mar, con el horizonte como única referencia. "El miedo siempre va a estar ahí por muchos años que lleves en el agua. Sobre todo, en los momentos previos a coger la ola porque no sabes lo que se avecina. Los días malos te vienen pensamientos negativos que tienes que dar la vuelta para no bloquearte", explica Amatriain, que reconoce que las primeras sesiones de la temporada suelen ser las más difíciles.

Tanto para el surfista zarauztarra, uno de los primeros europeos que fue invitado en tres ocasiones (2007, 2008 y 2009) a participar en el campeonato de olas grandes en memoria de Eddie Aikau en Hawai, como Butt se aferran a las olas grandes como un reto personal. En el caso del surfista inglés, huye de los campeonatos. "No puedo con las competiciones, me ponen muy nervioso estar en el agua con tanta gente", reconoce.

Butt también siente miedo a veces. Cuando no sabe dónde va a romper la ola y lo hace encima del surfista. "Entonces respiras, saltas de la tabla y buceas hasta que pase la turbulencia". El surfista afincado en Asturias señala que lo que más le angustia es cuando intenta subir a la superficie y se encuentra con otra avalancha de espuma. Pero aún así, sigue compensando el riesgo. "Me atraen varias cosas; la tranquilidad se percibe de una forma intensa. Estas atento para no caerte y las sensaciones son más agudas. Ese estado de conciencia te hace estar más vivo", explica Butt. En esos días especiales de olas gigantes, los 10 segundos entre remar y descender la ola quedan grabados en la memoria, según dice el oceanógrafo, por muchos años que pasen

Amatriain habla del vértigo que produce una pared gigante de agua que a veces bajan en el aire. "Impresiona. Tu cabeza te dice que eches adelante pero tienes que hacerlo para deslizarte. Es una lucha constante".



Tony Butt, (Bournemouth, Inglaterra, 1961) lleva los últimos cuatro años atrincherado en su refugio de La Caridad, Asturias, buscando y estudiando olas gigantes. Estuvo tres años escarbando los acantilados asturianos hasta dar con buenas rompientes. Considerado como uno de las personas que mejor conoce las corrientes del Cantábrico, vivió siete años en Sopelana atraído por la ola derecha de Meñakoz. Licenciado en Ciencias del Mar y doctorado en Oceanografía Física por la Universidad inglesa de Plymouth, Butt, inconformista y purista, trabaja como freelance haciendo predicciones meteorológicas y oceanográficas para web inglesas y estadounidenses.

"Muchos cogen olas gigantes solo para colgarlas en youtube"


Pregunta. ¿Cómo empezó su afición por las olas grandes?

Respuesta. Estuve viviendo siete años en el País Vasco, en Sopelana. Cogía siempre olas en Meñakoz. Es la mejor ola, grande, de clase mundial, una derecha preciosa. Laprobé cuando llegué de Inglaterra por primera vez hace 20 años y la pude estudiar a fondo. En las olas grandes hayque estar mucho tiempo en el agua para conocerlas bien y ver en qué condiciones climatológicas ocurre; diferentes direcciones de viento, mareas,... Hay miles de combinaciones posibles. Cuando hay algo que aprender, cuando se mantiene el misterio es cuando disfruto. Empujando los límites. Pero después de 10 años surfeandola, al final, no aprendes más y necesitas expandir el horizonte. Además, cada vez había más gente en Meñakoz...

P. Y llegas a Asturias.

R. Sí. Estuve tres años recorriendo la costa asturiana en busca de post (lugares) buenos para coger olas. Vuelves muchas veces al mismo sitio para ver de que forma rompen cada día. De unos cien sitios que visitas luego son dos o tres los que merecen la pena. Lo bueno de surfear olas grandes es que no hay gente. No puedo con las masificaciones. No soy competitivo, me pongo nervioso con mucha gente en el agua. Además me gusta estar solo. En las olas grandes, normalmente la ola rompe lejos y esa soledad me gusta, paradójicamente te da más tranquilidad. A veces siento miedo cuando no sabes dónde va a romper la ola y lo hace encima de ti. Es normal sentir miedo pero también sientes paz. La tranquilidad se percibe de una forma intensa. Estás tan concentrado que las sensaciones son más agudas, tienes los sentidos en alerta porque tienes que concentrarse para no caerte. Lo pasas mal. Pero ese grado de conciencia te hace estar más vivo. Después te quedas muy relajado. A lo largo de los 20 años que llevo cogiendo olas grandes, recuerdo una ola en 1996 en Meñakoz que duró unos pocos segundos pero se queda en la memoria para toda la vida. Son 10 segundos entre que remas y desciendes la ola pero no se olvidan. En Asturias, me ha costado encontrar algún sitio bueno de olas grandes. Pero no puedo revelar el sitio porque mis amigos me matarían. Es una ola como Mundaka pero dos veces más grande y más larga. Lo malo que rompe pocas veces al año.

P. ¿Por qué hay tan buenas olas de gran tamaño en Euskadi?

R. Es más fácil coger olas allí. Estos días ha habido mucho viento y oleaje. Pero la clave es que tiene que haber una borrasca en el Atlántico Norte a la altura de Irlanda e Islandia. Además, en Euskadi se tiene que dar un anticiclón para que no haya mucho viento y así las líneas de las olas lleguen limpias para poder hacer surf. Es decir, borrasca lejos de la costa y anticiclón cerca. La ubicación de la costa en la zona norte es casi perfecta porque no está demasiado lejos de las borrascas ni demasiado cerca. Si bajas demasiado a Canarias, al oeste de África, las olas llegan limpias pero sin fuerza. En el norte de España estamos en el medio. Las primeras olas que manda la borrasca suelen ser muy buenas porque son rápidas, se conocen como mar de fondo, tienen más fuerza y vienen más limpia, líneas rectas. Al día siguiente puede haber olas más grandes pero no tan limpias.

P. ¿De dónde viene tu interés por el mar?

R. Hace 40 años empecé hacer surf, tenía diez años. Cuando me hice mayor no pude estudiar Oceanografía porque no existía la licenciatura así que estudié Ingeniería Técnica. Trabajé como técnico electrónico, un trabajo que me daba tiempo libre para hacer surf pero diez años después volví a la universidad e hice oceanografía. Pero siempre me interesó el mar, tenía miles de preguntas y la única forma de encontrar respuestas fue estudiar.

P. ¿Se viven muchas situaciones límite cogiendo olas de diez metros?

R. Soy muy calculador. Estudio las situaciones casi de forma científica. Si veo que no es practicable no me meto en el agua. Pero a veces pasan cosas que no te das cuenta, por ejemplo, cuando no estás en forma y no controlas tu propio cuerpo. Piensas que puedes pero no lo consigues. En Meñakoz, me pasaron cosas que piensas que no te pueden ocurrir. Por ejemplo, cuando te cae encima una ola mientras esperas porque ha roto más atrás. Con la espuma, si es de seis metros, tienes que hacer algo; bucear, tirarte de la tabla. Ésta se queda en la superficie, respiras y vas hacia abajo para evitar toda la turbulencia. Normalmente sales, pero cuando te cae otra encima y te vuelve a meter bajo el agua sin salir a la superficie, esto crea mucho miedo porque piensas que va a volver a pasar. Sin embargo, cuando estás en posición para dar la vuelta y remar, estas tan concentrado que no tienes miedo. Bajar la ola no da miedo porque estás al cien por cien comprometido. Cuando bajas te puedes caer pero no es lo que asusta. La ola más grande que he cogido ha sido con 48 años en Asturias. Cuando cumplí 30 pensé que iba a bajar el pistón por la edad pero seguí con olas grandes porque estaba en forma. A los 40 me lo volví a plantear pero ahora tengo 50 y es sorprendente que siga ahí con ganas.

P. ¿Cómo se compagina el surf con el trabajo cuando no se es profesional?

R. Trabajo para trece personas diferentes como freelance. Hago predicciones de olas en una página web, www.lunasurf.uk, para Inglaterra y EE UU sobre 18 áreas, desde el Canal de la Mancha, Irlanda, Golfo de Bizkaia, Galicia y Portugal. Lo hago al estilo de la escuela vieja, con tiempo y guiándome en parámetros como las corrientes, los vientos o las borrascas. No son predicciones instantáneas. Además, trabajo como investigador, escribo libros, artículos y colaboro con centros de investigación como Azti-Tecnalia en San Sebastián.

P. ¿Facilitan las nuevas tecnologías estar en el sitio adecuado para coger una gran ola?

R. Las páginas web ayudan porque te dan predicciones de olas fácilmente. Solo falta que te digan la tabla y la camiseta que tienes que llevar. Es cómodo para la gente pero el problema es que no se preocupan se saber más sobre las condiciones climatológicas. Solo quieren saber a qué hora y dónde tienen que estar preparados. A mí esto no me gusta y pretendo que la gente profundice más en conocer el mar porque sino se pierden los conocimientos. La generación de ahora no sabe nada de los océanos, con el GPS les basta. Hay parámetros que hay que conocer; la fuerza del viento, periodo de las olas, es decir, la separación de una ola y otra. Hace diez años no había mucha información pero se sabía lo que eran estos parámetros.

P. Eres crítico con la visión de espectáculo que ofrece el surf de olas grandes.

R. Sí. Hay gente que lo hace por razones equivocadas sin darse cuenta. En el mundo de las olas grandes muchos lo hacen por el momento después en vez de disfrutar en el agua con el entorno en un plano más espiritual. Lejos de la hipoteca y los problemas cotidianos. Lo que hacen es pensar en las fotos o el vídeo que les están haciendo y que luego van a colgar en youtube. Es lo decepcionante hoy en día del surf que lo hagan por ser el mejor y quedar bien después.

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