Indo 2010: De todo un poco

Ya se acabó lo bueno, otra vez en casa, de vuelta a los vientos onshore, a las tormentas, a las olas cerronas y al frió.

Lo primero que hay que decir del viaje es que no ha sido un surfari. Nos apetecía conocer Indonesia y casualidad, ahí están algunas de las mejores olas del mundo, pero también un entorno, una cultura y una gente tan diferente a lo que acostumbramos que merece conocerse.

Sorprende el contraste que hay entre islas que están tan cerca. Java, la isla más poblada del mundo, llena de ruido y motos, de carreteras sin ley, casi sin turismo y donde paradójicamente todavía se pueden encontrar olas solitarias tan perfectas que ni en sueños nos las podríamos imaginar.

Bali es el contraste. Hinduista, llena de templos, ceremonias y ofrendas, meca de la cultura del surf, una isla para turistas, con playas abarrotadas y olas perfectas, si no fuera porque las conoce todo el mundo, donde un baño solitario es un objetivo casi imposible. Me maravilló la potencia de Uluwatu, la entrada secreta, el templo encaramado a los acantilados y los monos cabrones que en cuanto te descuidas te roban lo que lleves.

Padang Padang, con su aire hippie, no lo vimos en su mejor forma pero aún así pudimos ver que es una ola muy peligrosa. No rompía más de medio metro o tres cuartos y vimos salir a un australiano con toda la espalda ensangrentada, víctima del arrecife que no perdona cuando se arriesga demasiado. Hay fue cuando una de las pesadas locales que estaban vendiendo Sarongs (una especie de pareos) se le acercó y le dijo: “tu te vienes a mi casa que vamos a curar esas heridas”. Estoy totalmente seguro que la señora no lo hizo por obtener dinero. Eso es lo curioso de Bali, lo pesados que pueden ser para venderte cualquier baratija y luego te sorprenden con tanta generosidad que no sabes como reaccionar.

Kuta o Legian Beach son nombres de playas que revuelven el estomago a muchos de los que están leyendo estas líneas. Es el Benidorm de Indonesia, plagado de turistas, de vendedores y de surfistas cuatreros. Pero resulta que a mi me ha maravillado la vitalidad de estas playas. Coincidió nuestra estancia allí con las vacaciones por el final del Ramadán así que media Jakarta estaba en Kuta: musulmanes bañándose vestidos, niños que veían por primera vez el mar, jóvenes sacándose fotos con el primer occidental que veían, impresionante.

En el agua Kuta es ciudad sin ley. En un mismo pico pueden coincidir australianos borrachos, locales cañeros, aprendices perdidos, socorristas ligones o italianos fardones. Es como si metieras en una coctelera lo mejor y peor del surfing de cada pais, lo agitaras y luego lo derramases por los kilómetros de playa de Kuta. Pero luego en el agua existe un cierto orden dentro del caos. Al igual que en sus carreteras, donde dos carriles se convierten en cuatro, o incluso cinco, donde se conduce por las aceras, se adelanta en cambios rasantes y curvas, pero siempre pitando con un un mec-mec, avisando al otro y siempre con mucho cuidado para poder rectificar a tiempo, en el agua pasa lo mismo. Pueden pillar la ola seis personas a la vez pero normalmente la gente se va apartando si ve que el otro llega. Y una última razón para apostar por Kuta o por Legian Beach es que se pueden considerar swell magnets. Durante días no hubo apenas olas en toda la isla pero allí se podía surfear con más de medio metro.

Si sigues hacia el sur, tienes Kuta Reef, picos aceptables y con la décima parte de gente que en la playa, Airport, y la orillera de Jimbaran, que aunque sea de ola de arena si te pilla mal te machaca contra el fondo.

Y luego esta Lombok. La considero la nueva Bali. Es ahora como Bali lo fue hace 20 años. Apenas tiene infraestructura turística, se va la luz cada dos por tres, las carreteras son una mierda y la gente se sorprende al ver un occidentarl, pero todavía tiene ese olor a aventura que hace que te puedas encontrar con olas sin nombre.

En definitiva, que ha sido un viaje inolvidable.

Kuta a última hora de la tarde. ¡Abarrotada!



Los australianos son los reyes del surfing. El nivel de un surfista medio australiano es superior al de cualquier país.



Curiosa la gente que iba a la playa en Kuta.



Los monos muy monos pero en cuanto te descuidabas te robaban lo que podían. ¡Peor que en la Barceloneta!



Uluwatu en un día pequeño.



Las puesta de sol eran casi todos los días espectaculares.











Socorrista ligón. Este es el mismo que hacía el pino en la piragua. Todo un personaje.



También hay derechas en Bali.







Los japoneses son el mejor espectáculo del mundo. Aquí una J bañandose con gorro para la playa y flotador.



Izquierdas perfectas en Lombok.



Y solitarias