Maldivas Surftrip: Cokes (segunda parte)
Había apurado quizá demasiado en su última ola en Cokes, al remontar una serie le cazó revolcándole en el arrecife con la mala suerte que su cabeza golpeó el coral. El resultado fue un profundo aunque no muy grande corte en la parte posterior de la cabeza.
Cuando llegamos al barco era evidente que la herida en forma de estrella necesitaba puntos así que con tranquilidad un integrante de la tripulación nos acompañó a la isla en busca de un médico.
Nada más desembarcar en el puerto nos encontramos con Hassan, un surfista local que conocimos esa mañana cuando nos invitó a visitar su tienda de souvenirs. Sin pedírselo, nos acompañó amablemente al centro de salud de la isla, unas instalaciones austeras pero nuevas y limpias.
Nos atendió rápidamente un médico indio acompañado de dos amables enfermeras aunque algo patosas. Mientras el médico iba pinchando en la cabeza a mi compañero las enfermeras trataban de preparar el resto entre risitas y sin demasiado éxito. Yo fui grabando la operación por si las moscas. No confiabamos mucho en el nivel médico de la isla así que la grabación podría servir de ayuda a los médicos al volver a casa.
Me equivoqué, el médico fue muy competente y le remendó la cabeza con pericia ante la atenta mirada de las enfermeras y de Hassan, que no se había separado de nosotros en ningún momento.
Una vez finalizada la operación el médico le dio la antitetánica y le recetó unas medicinas que pudimos comprar con dólares americanos en la farmacia además de cambiarnos dolares por Rufiyaas para pagar la operación. Entre todo, menos de 20 dólares, nada para nosotros pero un pastón para los habitantes de Maldivas, el 40% de sus habitantes vive con menos de un dólar al día.
Nos despedimos del médico y de Hassan y volvimos al barco. A Lander se le había acabado el surfing para lo que quedaba de viaje pero al resto no.
Al día siguiente volvimos a Sultans y ahora con fotógrafo por obligación. Fue un gran día de surfing con olas de un metro sin corriente y por fin con sol, en las ocho horas que estuvimos en el agua. El único problema que tuvimos fue el viento cruzado que volvían a impedir que izquierdas como Honky’s o Chickens y que a su vez provocaba la acumulación de surfistas en tan solo dos picos. De todas formas lo pasamos bien, el mar seguía bombeando olas suficientes para todos los que flotábamos allí.
La mañana posterior volvimos a la isla con una doble intención. La primera que el médico revisase la herida de Lander, las heridas con el coral suelen conllevar infección por la cantidad de bacterias que viven en ellas, así que hay que mejor prevenir que lamentar. La segunda, surfear Cokes o Chickens. Esa no la pudimos cumplir, ninguno de los dos picos tenía buena pinta.
Nos volvimos a encontrar con Hassan y después de ver al médico para revisar la herida y atender a otro lesionado, esta vez con una rotura fibrilar en el muslo, nos tomamos algo en una cafetería cercana.
Ahí Hassan nos explico cómo el tsunami del 2004 había inundado la mayor parte de la isla con más de un metro de agua aunque sin provocar muertos aunque si bastantes daños en las casas.
También nos explicó que el surfing en la isla empieza a ser un deporte bastante aceptado, más de una treintena de personas lo practican, aunque casi nunca están más de una decena, no hay tablas para todos.
Comentaba que normalmente la gente que surfea en Colas es respetuosa con ellos y casi nunca tienen problemas. Puso como caso aparte a los israelíes, yo ya tenía oído que eran unos buitres, y Hassan me lo confirmó. En casos como esos los locales que están en el agua se confabulan para no dejar pillar una ola más a los infractores. De todas formas decía que todo surfista es bienvenido a Cokes: cuantos más turistas, más ingresos en la isla. Ya hay un pequeño hotel y una pensión en Thulusdhoo y se está construyendo otro donde quizá la estancia no sea tan cómoda como en los grandes resorts pero seguro que más auténtica.
Finalmente nos despedimos de la isla sin poder haber surfeado Chickens, en la isla de Villingilimathi Huraa, una pena para los goofies de la expedición porque dicen que es una de las olas más largas y rápidas de Maldivas. Otro año será.
Sangre, sudor y surfing.
Primero, un buen afeitado.
Unos cuantos puntos.
Y como nuevo.
Trabajador de Cokes en sus 15 minutos de descanso.
Nuestro Doni con todas nuestras tablas en el.
Un grán día de surfing en Sultans
Una de las pocas saltadas que hubo en el viaje.
Hassan delante de su tienda de souvenirs. También tenía algún invento para los despistados con mala suerte.
Las isla está plagada de pequeños lagartos.
Atardecer en Thulusdhoo.
Cuando llegamos al barco era evidente que la herida en forma de estrella necesitaba puntos así que con tranquilidad un integrante de la tripulación nos acompañó a la isla en busca de un médico.
Nada más desembarcar en el puerto nos encontramos con Hassan, un surfista local que conocimos esa mañana cuando nos invitó a visitar su tienda de souvenirs. Sin pedírselo, nos acompañó amablemente al centro de salud de la isla, unas instalaciones austeras pero nuevas y limpias.
Nos atendió rápidamente un médico indio acompañado de dos amables enfermeras aunque algo patosas. Mientras el médico iba pinchando en la cabeza a mi compañero las enfermeras trataban de preparar el resto entre risitas y sin demasiado éxito. Yo fui grabando la operación por si las moscas. No confiabamos mucho en el nivel médico de la isla así que la grabación podría servir de ayuda a los médicos al volver a casa.
Me equivoqué, el médico fue muy competente y le remendó la cabeza con pericia ante la atenta mirada de las enfermeras y de Hassan, que no se había separado de nosotros en ningún momento.
Una vez finalizada la operación el médico le dio la antitetánica y le recetó unas medicinas que pudimos comprar con dólares americanos en la farmacia además de cambiarnos dolares por Rufiyaas para pagar la operación. Entre todo, menos de 20 dólares, nada para nosotros pero un pastón para los habitantes de Maldivas, el 40% de sus habitantes vive con menos de un dólar al día.
Nos despedimos del médico y de Hassan y volvimos al barco. A Lander se le había acabado el surfing para lo que quedaba de viaje pero al resto no.
Al día siguiente volvimos a Sultans y ahora con fotógrafo por obligación. Fue un gran día de surfing con olas de un metro sin corriente y por fin con sol, en las ocho horas que estuvimos en el agua. El único problema que tuvimos fue el viento cruzado que volvían a impedir que izquierdas como Honky’s o Chickens y que a su vez provocaba la acumulación de surfistas en tan solo dos picos. De todas formas lo pasamos bien, el mar seguía bombeando olas suficientes para todos los que flotábamos allí.
La mañana posterior volvimos a la isla con una doble intención. La primera que el médico revisase la herida de Lander, las heridas con el coral suelen conllevar infección por la cantidad de bacterias que viven en ellas, así que hay que mejor prevenir que lamentar. La segunda, surfear Cokes o Chickens. Esa no la pudimos cumplir, ninguno de los dos picos tenía buena pinta.
Nos volvimos a encontrar con Hassan y después de ver al médico para revisar la herida y atender a otro lesionado, esta vez con una rotura fibrilar en el muslo, nos tomamos algo en una cafetería cercana.
Ahí Hassan nos explico cómo el tsunami del 2004 había inundado la mayor parte de la isla con más de un metro de agua aunque sin provocar muertos aunque si bastantes daños en las casas.
También nos explicó que el surfing en la isla empieza a ser un deporte bastante aceptado, más de una treintena de personas lo practican, aunque casi nunca están más de una decena, no hay tablas para todos.
Comentaba que normalmente la gente que surfea en Colas es respetuosa con ellos y casi nunca tienen problemas. Puso como caso aparte a los israelíes, yo ya tenía oído que eran unos buitres, y Hassan me lo confirmó. En casos como esos los locales que están en el agua se confabulan para no dejar pillar una ola más a los infractores. De todas formas decía que todo surfista es bienvenido a Cokes: cuantos más turistas, más ingresos en la isla. Ya hay un pequeño hotel y una pensión en Thulusdhoo y se está construyendo otro donde quizá la estancia no sea tan cómoda como en los grandes resorts pero seguro que más auténtica.
Finalmente nos despedimos de la isla sin poder haber surfeado Chickens, en la isla de Villingilimathi Huraa, una pena para los goofies de la expedición porque dicen que es una de las olas más largas y rápidas de Maldivas. Otro año será.
Sangre, sudor y surfing.
Primero, un buen afeitado.
Unos cuantos puntos.
Y como nuevo.
Trabajador de Cokes en sus 15 minutos de descanso.
Nuestro Doni con todas nuestras tablas en el.
Un grán día de surfing en Sultans
Una de las pocas saltadas que hubo en el viaje.
Hassan delante de su tienda de souvenirs. También tenía algún invento para los despistados con mala suerte.
Las isla está plagada de pequeños lagartos.
Atardecer en Thulusdhoo.
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