Historias jartas
Ayer leí un buen reportaje sobre surf en el Deia. No es normal que un medio generalista escriba bien, o simplemente correctamente sobre surf pero lo comprendí cuando vi que un artículo lo firmaba Fernando Muñoz, fotógrafo de la Surfer Rule y el otro Aritz Aranburu.
El caso es que lo de historias jartas me sonaba de algo hasta que me di cuenta que hace un par de números la Surfer Rule había publicado una serie de artículos en los que Michel Velasco, Jaime Izquierdo, Adur Letamendia, Gony Zubizarreta, Manuel Lezcano, Mikel Legarreta, Kepa Acero, Pablo Gutiérrez y el propio Aritz Aranburu contaban las peores experiencias que habían tenido en el surfing. Son historias escalofriantes algunas, otras divertidas. Aquí abajo os dejo la que se ha publicado en el Deia: Aritz Aranburu en el peor día de su vida, detenido en el aeropuerto de Johanesburgo. Si os ha gustado tenéis más en la Surfer Rule.
¿Y vosotros, teneís alguna historia jarta?
¡No eres bienvenido en mi país!, me dijo el poli de la aduana en el aeropuerto de Johanesburgo, Sudáfrica. Es una frase que nunca olvidaré. Supuestamente llevaba conmigo un pasaporte en mal estado, ya que el escudo del documento estaba medio borrado por todo el uso que le doy. No se si algún futbolista que se esté preparando para el próximo mundial leerá esto, pero que tenga claro que si le falta algocomouna rayita de la letra ñ en su pasaporte, va a recibir el castigo quenunca sufrió por todos los partidos perdidos.
Memetieron en una celda donde no sabía cuánto tiempo iba estar dentro, lo único que supe era que un saharaui llevaba cuatro días allí. El pobre estaba desesperado, me dijo que los papeles que le vendieron, después de cinco años de ahorro, eran falsos y que estaba esperando para su vuelo de vuelta a casa, donde la razón principal de su expedición era salir de allí para siempre. Nos hicimos tan amigos allí dentro que hasta me animó a escaparme de la cárcel por un techo falso que descubrió en la habitación. Yo nunca pasé tanto miedo como en aquel momento,me imaginaba ami mismo en aquella habitación con un tiro en la cabeza. A mi amigo le convencí para que no cometiera ese error, ya que si los guardas se enteraban de que el saharaui no seguía allí dentro y yo no decía nada estaría jodido.
La celda tenía su encanto: dos habitaciones en las que había diez colchones encima de comida, orina y otros excrementos y un baño mixto sin retrete donde un agujero era todo lo que había, también con más orina y más excrementos. ¡Vamos, que el metro cuadrado estaba por encima de los pisos de primera línea en Zarautz! Después de quince horas en aquella pesadilla me metieron en el siguiente vuelo hacia casa esposado. Después viajé a Madrid a por un nuevo pasaporte y tras cinco días agonizantes llegué al campeonato de Durban dos horas antes de mi manga, donde pasé unas rondas que fueron claves para mantener mi seeding para el resto del año en el que me clasifiqué.
Más información:
- Historias jartas (I) [Deia] [12/04/10]
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