Los muertos de la desidia


Otra patera llena de pobres personas que solo querían llegar a la tierra prometida, otro naufragio, otros 22 muertos, otra vez la misma indiferencia.

Reproduzco un artículo de El Día de Tenerife que expresa muy bien parte de lo que muchos sentimos.


ESPAÑA es un país tan moderno y Canarias una región tan avanzada que al menos 15 menores y nueve adultos jóvenes pueden morir ahogados a unas decenas de metros de la playa sin que ninguna autoridad acuda a su rescate. ¿Por qué? Simplemente porque nadie se enteró de su llegada, a excepción de unos cuantos vecinos y dos surfistas que, impotentes, intentaron rescatar a los enésimos náufragos de la miseria que vinieron a morir a nuestras costas. Ocurrió en la tarde del domingo en Lanzarote, pero ya existían multitud de precedentes trágicos desde que en 1994 llegara la primera patera a estas islas desafortunadas.

La muerte de 15 niños, algunos menores de siete años, no ocupará ni la centésima parte del espacio que los medios han dado y darán a la trágica muerte de la adolescente sevillana Marta del Castillo. Muchas menos lágrimas de solidaridad televisiva se derramarán por esos niños africanos. Así es nuestra sociedad desalmada, la misma que montaría un gran duelo mediático nacional si en esa playa de Teguise hubieran muerto 15 niños ricos durante una excursión en yate. No nos duelen igual esos pequeños moros, por eso tampoco se producirá un clamor exigiendo responsabilidades a los inútiles que en 15 años de llegada incesante de pateras y cayucos han sido incapaces de montar un sistema eficaz de vigilancia y salvamento. El SIVE debería llamarse el NO-VE y los responsables políticos del control de las costas canarias están tardando en pedir perdón, en invertir lo que haga falta para que se detecte, de una vez por todas, la llegada de inmigrantes, para, posteriormente, dimitir y marcharse para su casa con decenas de muertos a cuestas. A purgar por su ineficacia y desidia.

Las competencias son del Gobierno de España, que, digan lo que digan, no ha querido invertir lo suficiente para dotar las costas canarias de un sistema eficaz de detección de pequeñas embarcaciones, como también ha racaneado en patrulleras, personal y otros medios para evitar tragedias como la de Los Cocoteros. El Gobierno de Canarias, tan dado al dispendio económico y al gasto en mamarrachadas varias, también podría desafiar al Estado incompetente y asumir, por omisión, la vigilancia de sus costas. Pero ¿saben lo peor?, que aquí no va a pasar nada, que esos muertos no valdrán para nada, que mañana ya nos habremos olvidado de esos 15 niños sin nombre. Somos y son así de canallas. Qué asco.

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